Todo Vuelve Para Dylan Lerner
Con casi quince años de carrera, Dylan está por recorrer territorios inexplorados. Pareciera difícil afirmar este enunciado se ve para atrás y se trata de comprender la vasta trayectoria. Impensable que alguien pueda tener tantos roles en la industria. El joven argentino compone música para películas, produce, hace mezcla, master y es A&R. Como si fuera poco, es un performer nato.
He can deliver. Dylan es una superestrella, pero no quiere ser esa figura. Él está bien trabajando behind the scenes. El elegir el lado técnico presenta un deseo muy profundo, es la muestra de lo extremadamente meticuloso que es. No es Instagrammer. No hace prensa. La gente que lo tiene que saber, lo va a saber. Es una elección muy consciente, claramente.
Después de haber trabajado con Juanse, uno de los más grandes referentes argentinos del rock, y el productor Andrew Oldham, primer manager de The Rolling Stones, es inevitable preguntar qué viene. ¿Qué más puede superar esa experiencia? Los Ángeles parece ser la respuesta.
Hablamos con Dylan acerca de sus inicios en el estudio de León Gieco y César Lerner, cómo llega a trabajar en la parte técnica de la industria, cómo decide trabajar con alguien y qué viene en los próximos meses.
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¿#AQuéSuena Dylan Lerner?
No encuentro un hilo conductor, pero lo único que puedo decir que es lo que hago suena que le pongo mucho trabajo. En la vida, me gustan las cosas que están hechas con dedicación. De hecho, fue gracioso porque en Los Ángeles tuve una reunión muy importante con el CEO de una disquera importante. Me dice, ‘bueno, mándame cosas que hayas hecho’. Le mando y no me contestaba. No me contestaba y a los seis días, ‘wow, he escuchado todo lo que has hecho y es increíble la amplitud de lo que puedes hacer’.
No sé si tengo un audio definido. Un referente mío es más alguien como Rick Rubin, que pudo haber trabajado con Black Sabbath, Black Keys, Kanye West, Beyoncé, Jay Z. Son los natos productores que trabajan para el arte, que no se encasillan en un género.
Sos enérgico cuando se necesita. Bajás revoluciones si la canción lo pide. Más allá de la influencia americana y que suena extremadamente bien, no encuentro un sonido característico. Sí has sido consciente en esto.
Totalmente. Me gusta más la vieja escuela, en ese aspecto. El poder adaptarse a todo. Sí creo en dejar un sello en lo que uno hace, dejar tu impronta de alguna forma.
Venís de una familia musical. Tu papá hizo la música de dos de mis pelis favoritas de Daniel Burman. Ni hablar de ‘Nueve Reinas’. ¿Qué tanto entendías, en ese entonces, de su trabajo? ¿Eras muy chico aún? ¿Fue inmediato el interés?
No. De hecho, yo iba porque… ¿qué es lo que pasaba? Salía del colegio y no me gustaba jugar al fútbol. No me gustaba hacer nada. Me mandaban al estudio de mi viejo, estaba todo el día viendo. Arranqué desde los diez años. Iba todas las tardes, después del colegio, al estudio de León Gieco. Estaba con Osqui Amante, el ingeniero que trabajaba con mi papá. Él es quien mezcló ‘Nueve Reinas‘, todas las de Burman.
Empecé a aprender. Como estaba ahí, hacía el café para la gente en el estudio. Estaba muy presente. ¿La cantidad de música que me nutrió mi viejo? No sólo desde el estudio sino también desde la música que se escuchaba en un asado en mi casa. Cuando hacía una barbacoa mi padre estaba escuchando un compositor que te recomiendo, Arvo Pärt, de Estonia. Es música minimalista. Ryuichi Sakamoto también. Mi viejo es mi gran maestro en ese aspecto. De hecho, ahora él está en Noruega tocando.
¿Cómo empezás en percusión? ¿Fue viendo a tu papá trabajar?
Viéndolo a mi viejo, sí. Mi primera batería me la compraron a los dos años. Fue la batería mi primer instrumento. Ahí empezó fuerte.
No encuentro si llegaste a trabajar en diferentes estudios antes de ser performer. ¿Fue en simultáneo?
No, primero fui performer. Siempre tocaba.
Empezaba a grabar a todas las bandas en mi cuarto. Fue increíble. De repente, hasta un día vino Bersuit Vergarabat.
Se empezó a correr la bola, ‘che, hay un pibe nuevo que graba en la casa de la mamá’. Eso fue a partir de los quince. Ya a esa edad había salido de gira por millones de lados. Vivía arriba de un micro de gira. Eso hizo que me expulsaran del colegio, todo un montón de líos.
Lo primero que encuentro producido por vos es material de WASTE (2011). Estabas en dúo con Mariano Patrucco. Este proyecto es uno de los que más me han gustado. A lo mejor porque es lo-fi. No has hecho algo similar desde entonces.
Fue un experimento con él, realmente. Nos juntábamos a producir música por placer. Después fue loco porque terminamos haciendo el soundtrack final de ‘Nieve Negra’. El director escuchó un tema de eso, en Internet, cuando estaba en España. Nos termina llamando a nosotros para hacerlo.
Lo que vino después, en cuanto a proyectos en mezcla y master, fue mucho más blusero. ¿Cómo era el proceso para encontrar con quién trabajar en esos inicios?
La gente, por suerte, siempre me buscó. Salvo un disco que hice en Alemania, sí. Estando ahí trabajé en Tricone Studios y Fuseroom Recording Studio. Encontré a alguien tocando en la calle y le dije, ‘yo te grabo un disco’. Era un tipo que estaba re loco, vivía en Berlín. Era de Misisipi, Luisiana. Está subido en Soundcloud. Siempre tuve la suerte de que se me acerquen. Soy selectivo con quien trabajo.
A estas alturas, tenés a varios artistas a quienes estás produciendo enteramente. Hablo de Camionero, Ninja, Ilan Amores. Cada quién con una identidad muy particular, lo mismo para el sonido y la estética. ¿A qué le decís que sí?
Al artista que veo que realmente tiene y le va a dedicar una pasión. Ilan es un buen caso, en ese sentido. Es un chico que quiere. Ahora, algo nuevo que yo empecé, aparte de producir, tocar, mezclar y masterizar es a desarrollar artistas. A Ilán también lo tengo firmado, es un artista mío junto a otros socios.
Sos A&R. ¿A quién le respondés vos?
Según el proyecto, decido con quién lo trabajo. Eso está bueno.
Sos meticuloso con la elección de los instrumentos correctos, apropiados para grabar. Leí que para el debut (2014) de Soldadores utilizaron con micrófonos de los años 40’s, grabadoras de cinta. La batería era de los 70’s, con una afinación particular. Es un back to basics.
De hecho, fue grabado en la casa de mi mamá. Grabado donde era mi cuarto, donde yo dormía. Lo había hecho con dos pesos. Realmente, no había plata. El otro día hablaba con un productor amigo… hoy en día que ya estoy un poco más grande, la manera de trabajar es otra. Antes era poner los micrófonos viejos, grabar en la cinta, usar todos efectos raros. Había algo en esa época, pero la búsqueda sigue intacta.
Uno va creciendo y no digo que la perdés, pero de repente tenés el programa, la computadora que te hace ese mismo efecto. Hacés eso. Sigo teniendo mi estudio, es un laboratorio. Esa juventud tuvo algo especial, creó ese disco. Ese proyecto fue muy bueno. Una vez tocamos con Tame Impala. Se acercó Kevin Parker a pedirnos un CD, ‘che, me encantó’.
¿A Juanse le conocés por medio de Camionero? ¿Viene de antes la relación?
Claro. Estaba produciendo a Camionero, ‘conseguimos el feat de Juanse’. El viene un día a mi estudio. Lo grabo y se fue a su casa. Yo estaba de gira, en Mendoza, con LOUTA. Me llama el manager, Fernando Szereszevsky, que también fue el manager de Charly García, Illya Kuryaki. Me dice, ‘Juanse quiere que grabes el disco. Lo va a producir Andrew Oldham’. Literalmente, casi me hago pis encima.
Mi primera respuesta, dentro mío… corté el teléfono y le dije a LOUTA, ‘che, no puedo. Tiene que hacerlo alguien más capo’. Era laburar con el productor de los Rolling Stones. Es decir, nunca en mi vida pensé que iba a pasar. Tomé coraje, ‘bueno, vamos a hacerlo’. Con Andrew pegamos la mejor de las ondas. Me amó, hablamos seguido, me pregunta cómo estoy. Ahora cuando fui a Estados Unidos me dio un montón de ayuda. La verdad, increíble.
Esa fue una experiencia muy grosa, con Juanse. Acá en Argentina son cinco astros. Están Spinetta, Charly, Cerati, Calamaro y Juanse. ¿Con 27 años haber llegado a grabar uno de ellos? Nunca pensé que iba a llegar.
¿Cómo lográs aterrizar eso? Terminás el último día en el estudio, ¿cómo bajás eso? ¿Cómo es un día después de esa euforia?
Fue muy loco. Mientras estaba con el disco de Juanse, estaba con la gira de promoción del disco de LOUTA. En el estudio estaba viviendo, más o menos. Salía del estudio, tomaba un avión y me iba de gira. Llegaba el lunes y me iba directo al estudio. Así estuve un par de meses.
Es un desgaste necesario.
Haber hecho un disco así, tan interesante… es un disco que se compuso en el estudio. Llegamos al estudio sin temas. Nunca en la vida yo había hecho un disco así, de esa magnitud. Fue muy enriquecedora la experiencia.
¿Qué viene para vos? ¿Qué tanto me podés contar de lo que estás buscando en Los Ángeles?
Ahora estamos haciendo el disco nuevo de LOUTA. Estoy cerrando muchos artistas nuevos para sellos, buscando todo el tiempo. Estamos con Ilan haciendo el disco. Vamos a hacer el nuevo disco de Juanse. Estoy haciendo la música de una película, creando para artistas que no puedo nombrar, un proyecto de crypto arte, música para proyectos audiovisuales.
Mucho la energía puesta en el viaje. Hay como muchas cosas pasando y tengo que ver. Siempre están pasando, por suerte.
¿Qué estás escuchando?
Sinceramente, estoy escuchando mucho y hace mucho tiempo Bach. También Chopin, mucho tango, jazz ¿Toda esta imagen de rock and roll, las motos? Tengo 1800 vinilos acá en casa y es todo música clásica y jazz. ¿Algo nuevo? Sé apreciar obras. Kanye West es uno de los números uno. Salió el disco y es increíble. Es increíble toda la movida estratégica de marketing, las tres presentaciones, recreó la casa de su mamá, estaba Marilyn Manson. Todo lo que sale con corazón, que está hecho con corazón, me gusta escucharlo. Después, llego a mi casa y pongo Bach.
Si estás enfrente a una puerta, ¿quién te abre?
Creo que mi sueño ahora es Rick Rubin.