Coghlan Es Un Obrero Del Hit
¿Qué es esto que pasa cuando se entiende la intención que viene muy de adentro sin nada más que la música de por medio? Propuestas así son las que me obligan a replantear cómo se tiene que hacer música. Conlleva una libertad, un mirada respecto el mundo que excede lo esperado. Es posible que ahora no se entienda la intención, pero ese momento llegará. Es inevitable.
Inexorable, sí. Artistas así están hechos para no encajar. Eugenio García Carlés, mejor conocido como Coghlan, es el reflejo de una búsqueda interna incesante. El multinstrumentista, compositor, productor, cantante y bailarín argentino es transparente en lo que propone. Él tiene una necesidad de compartir eso que le despierta interés. No espera la validación de nadie y eso resuena. Es una identificación inmediata.
Está todo en la confianza con la que se conduce. Hitmaker. No se necesita decir más. Su más reciente álbum, ‘Bossa Buenos Aires‘ es todo lo que él quería hacer hasta ese momento de su vida. Una producción premeditada, si se quiere. En esta extensa conversación abordamos el desarrollo de la figura pop, su definición del pop, tango ambient que nadie está escuchando, las referencias estéticas en sus vídeos, su trabajo con Faraónika y el no saber qué viene.
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¿#AQuéSuena Coghlan?
A la hora de hacer y pensar mi música, soy hiper referencial. No lo escondo, para nada. Tengo un gran coraje, una gran valentía para hacer lo que hago. Tengo una gran confianza en la música que hago. Escucho mucho mi música. Yo soy el que más escuchó ‘Bossa Buenos Aires’ desde que salió. Voy por la calle, ‘qué alegría que existe esta música y qué suerte que la hice yo’. desde ese coraje. Pienso en un Kevin Parker, Charlie XCX, mis ídolos; no los veo como dioses. Los veo como colegas, como pares. En esas referencias que son, siento que continúo lo que ellos hacen. Escucho ‘En Pinamar’, el primer tema, ‘yo continúo acá la historia de Kevin Parker’.
No siento que esté robando o copiando. Estoy siguiendo, escribiendo un camino que él también escribe y dice, ‘yo estoy siguiendo algo que viene desde antes’. Considero que la música es una línea de tiempo que va para atrás, adelante, como un rulo. Estamos todos constantemente influenciándonos. Cuando trato de pensar a qué sueno no tengo tapujos en decir que sueno a Tame Impala con Charlie XCX y después le meto mucho EDM. Tengo una conciencia de la música del baile y quiero hacer música de boliche, house, trans. Me invita más mencionarte mis influencias y mis géneros. Eso abre mucho más a la escucha que decir, inventarse algo poético que no existe. No lo siento así.
Sueno a otra música, por así decirlo. Sueno a mucha música metida adentro hasta que no se entienda nada. Eso es una gran filosofía PC Music, 100 gecs. Sueno a todo, las referencia están ahí. El collage, la combinación es lo que la hace única.
Es el resultado de pasarlo por tu filtro. Esas referencias van a ir cambiando. Aunque Tame Impala sea referente, de aquí a dos años, como vos lo bajés va a ser muy distinto.
Sin ninguna duda. Antes de que se salga cualquier cosa de Coghlan, yo había sacado una canción con BABYSICARIO. Era medio cantada, sampleando a Aphex Twin. Ahí ya metí una pata en lo que era una canción pop de lleno. Fuera de mis amigos, nadie esperaba que Coghlan vire hacia un costado hyperpop. Por más que lo pueda manifestar en historias de Instagram o lo que fuere, hasta que no lo escuche, no lo confirmo. En dos años me puedo ir para otro lado. Esa libertad la aprovecho.
¿La bossa nova? João Gilberto es de mis tops referentes históricos. Yo toco la guitarra muy bien, estoy todo el día tocando. Se puede se puede ver el costado performer. Puedo hacer un disco de bossa nova hermoso, cantar suavecito, sin autotune y que me quede hermoso. Puedo mostrarlo, ya tengo grabaciones. El día que me decida hacer un proyecto así, va a tener sentido. No va a ser una cosa, ‘¿qué hizo acá?’ Esa libertad motiva.
Está muy claro este desarrollo del personaje. Desde el principio, se han definido los character traits. Es un bailarín, tiene esta fisicalidad. Hay libertades permitidas en el marco de trabajo. ¿Podés explicarlo?
Si lo puedo definir, es más una exageración mía. Soy una persona muy histriónica. También serio, un poco más correcto, discreto. Tengo ese Eugenio re contra loco y lo calmo. Cuando me sale el Coghlan, me convierto en un diablo. Más que exagerada, una versión no controlada, distendida. Soy el que va a una fiesta y me paro arriba de la mesa, bailo, hago show. Pongo loca a toda la gente. Lo mido mucho. No me gusta hacer el ridículo. Eso es algo que tuve que trabajar para ver dónde estaba.

Es más difícil convertirlo en una figura pop sin un desarrollo estético muy poderoso, que yo no lo tengo. No tengo a mano una persona con la que haga la fotografía o diseño gráfico. Más trabajo con los lanzamientos. En el medio, la herramienta es mi forma de ser y mi palabra. Trato de usar eso. Ni hablar si yo tuviera las herramientas para hacerlo.
La construcción del personaje Coghlan sería mucho más grande, mucho más clara también. Estoy encaminado hacia ahí. Hay una tendencia para ese lado. Ese personaje desenfrenado y loco, es una energía latente. Aparece en el vivo, aparece en algunos encuentros.
Es como mi casa, mi lugar sagrado. No le quiero poner límites. Me entrego a ver qué pasa, qué cosas nuevas me puede dar. Aprendo de ese personaje. Esto de tener todo tan claro juega contra a veces. En esta entrevista puedo responder, pero quizá si estuviéramos mano a mano tomando una cerveza te digo, ‘ni idea qué es Coghlan, no sé. Soy yo cuando hago música’. Está ese afán de tratar de no tener claro del todo para que me dé algo, para que me responda. Que el arte sea contingente y meterme en algún lugar en el que no sé que hay. ‘Bossa Buenos Aires’ es el disco más pensado que podría haber hecho. Ya sabía que iba a ver una canción de esto, una canción así. Trato de relajar todas esas estructuras.
Me gusta tu autoproclamación, ‘producer y hitmaker’. Yo creo que vos medís un hit de otra manera. El arquetipo es otro. Hablame de este término. Me parece que no fue elegido al azar.
El hit pareciera suponer que es una fórmula. Para mí, es un feel, una energía que ronda alrededor del track. Siempre me he sentido un hitmaker, he gozado de mi experimentación y mi locura desde la producción. Desde lo melódico, vocal, desde la canción, he hecho hits. Siempre he hecho canciones pop. Un popmaker, también. Pero, no pop desde el lugar del electro-pop, de pop Lady Gaga sino pop Beach Boys, pop Beatles. Desde ese lugar, sea lo que sea. Hago canciones que peguen, que tengan impacto, que digan algo.
No que tengan un mensaje; que la letra esté buena, que pegue como chicle, que se agarre. Vos compartiste a Faraónika. Estoy produciendo el disco de ella. Estamos así, hitmaker. Esa es mi escuela, desde el día 1 de escuchar Beach Boys, Animal Collective, El Guincho, Tame Impala, Frank Ocean. Están todos locos, hacen la música que se les canta. Las canciones son descomunales, son todo hits. Ahí me tomo el atrevimiento de considerarme un hitmaker.
No hay lugar para cantar algo sin ganas, no, no. Acá es gangsta shit. Me gusta la bomba, que impacte, que pegue. ¿Mi forma de trabajar, como productor? No hago piezas súper extensivas, con pasajes musicales extraños. Voy al hueso de una canción para que pegue.
Quiero tu definición de pop.
Lo pensaba porque estaba hablando a la noche con Eric Olsen, mi mejor amigo. Me doy rosca con él hablando de música. El pop es un tipo de música que baja… te lo voy a decir por el otro lado porque entendí, últimamente, el rock. Era algo que no lo podía entender del todo. Entendí que el rock era más visceral, más del cuerpo. El pop es algo que toca las emociones. El pop es agua, energía que te baña, que toca el corazón.

Busca, de alguna manera, meterse en una profundidad. Desde esa profundidad te plantea una grandiosidad que, para mí, el rock no la tiene en su definición. Hay muchos artistas que escucho y digo, ‘este artista está creyendo que está haciendo la mejor canción de la historia’. El rock te hizo una actitud y el pop suele ser una filosofía.
Es un poco la filosofía del hitmaker. Es más devocional, es una música que tiene más conexión con algo místico. Seguramente lo esté agrandando, llevando para otro lado y sea mucho más simple. Lo que la música pop me dá es que es un género muy abarcativo. Excede la estructura.
Leí que buscás hacer música que no esté inspirada en el amor, desamor. Hablás de algo más. El amor es pop, intemporal. Hubiera sido una búsqueda lógica también.
Eso fue en una entrevista más vieja. En el último disco me he lanzado, de alguna manera, a hablar… no tanto desde el amor como concepto sino de experiencias personales. Siempre muy maquillado. Nunca me lancé de lleno. No hubiera tenido el coraje hace unos años de poder cantar tan directamente una canción de amor tan explícita. Hoy me leo y me siento abierto esa posibilidad. ¿Qué más pop que eso? ‘Blonde’ de Frank Ocean, de mis favoritos. Cuando canta ‘Self Control’, la canción más popera del disco, se te desgarra el alma.
Ha hecho llorar a mucha gente. Él está abriendo su corazón y cantándole al amor, casi al amor universal. Ni siquiera importa que sea una experiencia propia. Para hacerlo bien, para rendirle culto a ese gran tópico, creo que hay que no hay reglas. Lo que a mí me gusta es que se lo haga con grandeza. Imagino que la primera cosa escrita en la historia de la humanidad descubierta debe ser algo del amor. ¿Qué tanto riesgo estás dispuesto a tomar? Disfruto de quien tiene el coraje de hacerlo y de rendirle tributo con una gran exposición, una gran abertura del corazón.
La nostalgia es parte de tu lenguaje. La nostalgia es pop. Lo que hacés con Orquesta Típica del Ayer es lo más straightforward. Sí que está presente la añoranza. Es todo lo mismo, parte del mismo lugar. Es una manifestación en un formato mucho más entendible. Poco se escucha de este proyecto.
Promocionar un disco de ambient es muy difícil. En ese sentido de la nostalgia, la he definido tantas veces que me contradigo constantemente cuando hablo del tema. Sí que es un tópico que pega. Veo fotografías antiguas de Buenos Aires y me movilizan. A la hora de ver cine, cuando miro cine italiano, películas que hacen de cuenta que es Nueva York en los años 20’s, el art deco, me tocan algo de adentro. Es medio inexplicable. The Caretaker es de un productor inglés de ambient. Él rescata discos de ballroom, jazz bands de los 20’s, 30’s y les hace este tratamiento. Los estira y hace lentos que parece que vienen de un largo recuerdo. El ‘caretaker’ es el oficio.
Voy a ‘El Resplandor’, la película con Jack Nicholson. En la escena que está ahí, tomándose el whisky en ese en ese salón enorme, fantasmal… en realidad, nada está pasando y es todo un recuerdo. Esa fue la escena que a The Caretaker lo influenció para hacer ese proyecto. Nosotros dijimos, ‘este chabón descubrió algo. Esto lo hacés con tango y es automático’. Empezamos a bajar los discos de tango para tratar de ver cómo se hacía. Tratar de imprimir, darle nuestra propia impronta. A ver qué tangos porque ahí decís, ‘che, el tango no es Gardel, hay millones de cosas’. Bajar discos y probar. Estuvimos un año probando cosas. Fue una experiencia musical impresionante.
Esto suena a tango en el recuerdo, a tango olvidado. Mi abuela era tanguera cuando joven, tiene 88 años ahora. Cuando me cuenta cómo era, mi cabeza está escuchando esto. Está escuchando toda esta cosa residual, tapada. El recuerdo del recuerdo del recuerdo. ¿Ese click? A partir de ahí hicimos sesenta canciones en dos meses. ‘Ah, ok. Entendimos. Listo. Es la manera de hacer’. Me pasa que los siento como una tesis. No me encuentro más haciendo tango. Nos sobran tantos que nos dá para hacer un segundo disco.
No es que no se pueda superar, pero no creo que se pueda demostrar de mejor manera. Quizás sí, pero no se me está ocurriendo cómo. Estoy contento con no saberlo. Es decir, este disco, con esta tapa, el color de la tapa, las canciones. la elección, el orden. Esto es Buenos Aires viejo hecho y derecho. Es un ambient pop. Me gusta la música ambient viva.
Es para escucharse. Una escucha atenta al disco dá disfrute. Son canciones, son melodías hermosas de tema tras tema. No lo escucha nadie.

Que me lo menciones me parece alucinante. Más allá de la confianza personal, lo pienso a nivel comparativo. No hay nadie que esté haciendo ambient así en Argentina. Me la juego. Conozco mucha gente que a la mañana se hace su cafecito y escucha a Brian Eno, entendés. No creo que la gente esté todo el día escuchando playlists de reggaetón de Spotify. Ya escuché La Orquesta más que Frank Ocean. Ese sí que no me lo creo que lo hice yo. Es de otro.
Hay unos proyectos de tocarlo en vivo. En Buenos Aires hay muchas convocatorias de tango. No tenemos ganas de ir a tocarlo a un antro, no siento que tenga sentido. Si en un festival de tango nos dan un escenario y la posibilidad de armar una performance, armar un living, estar Eric y yo armando, sí. Todo es digital. No tengo ninguna duda que si existiera la oportunidad de hacer un show en vivo nos sumergimos en la experiencia.

Te lo confieso, no me genera lástima ni tampoco lo creo injusto. No creo que exista la justicia en ese tema. Sí que me apena, se lo están perdiendo. Es una gran sensación que tengo. Mucha gente dice que pierde la fe en la música, que no hay nada, ‘está todo ahí dando vueltas, no hay nada que me guste’. Bueno, yo te entiendo que un artista que saque singles cada tanto no pueda atraparte, que no tenga la suficiente fuerza. Somos un montón de artistas los que estamos acá. Defensa, FRANSIA, FERMIN. Hay un montón de gente, sacamos discos. Damos shows en vivo, hacemos vídeos, tenemos toda una estructura súper autogestiva armada.
Que a La Orquesta solamente diez personas le den play me parece medio una guachada. Hace tres días que está lloviendo. Está re nublado, hay silencio. El disco cae perfecto. Contrario a otras formas que yo he tenido de samplear con Coghlan, en La Orquesta es una transformación absoluta. Los tangos que elegimos son muy rápidos. Hay una samba, rapidísima. Una fracción de cinco segundos de canción la convertimos en treinta segundos. Es irreconocible. Es muy loca la apreciación que vos tuviste, sin quizás conocer lo que puede ser esta cosa ‘nostalgia Buenos Aires’ y que, de alguna manera, te toque esa fibra. Me parece que ahí la música hizo su trabajo.
No hay nada que se pueda controlar, pero sí que es un proyecto que está vivo y me encantaría que otra gente lo escuche. Se escapa a cualquier definición. No viene a decir nada, ‘relájate y escuchá este disco’.
Son tangos hermosos. Venís jugando con la belleza de otra forma. ‘Contestación de Demanda’ es una reinterpretación de qué elementos constituyen esos. Tenés estos violines que me regresan a un musical de los 50 ‘s.
Es un sample de Ella Fitzgerald. Es cincuentoso. Es ella cantando ‘The Songbook’ de Cole Porter. Broadway puro. Es ella cantando ‘In The Still Of The Night’. Lo escuchás y es espectacular.
Jugás con eso. Metés la voz pinchada, tenés unos drums brasileros, casi un funk carioca. Bajás revoluciones y terminás electrónico. Tenés ‘Fortuna’, una continuación que, para mí, tendría que ser una sola canción. Por alguna razón, decidís separarla.
Está construida sobre el sample de los violines, cortado y choppeado. En su momento, en vivo salió así, jugando. Muy loco que me hables de los temas viejos. Me los olvidé mucho. No reniego, absolutamente. Me encanta, pero no los toco en vivo. Quedaron muy de otra época. En ese momento armaba todo con samplers. Los empecé a chopear y estábamos tocando, ensayando y tipo, ‘uy, uy. A ver, a ver, a ver’. Se armó y quería sumar temas también. ‘Listo, un temita más‘. Sí, es una continuación.
Hacés música para bailar. Está explícito, para mí. Ayuda que vos te permitás expresarlo. La fisicalidad está muy presente en lo que hacés. ¿De dónde viene esto? ¿Sí tenés presente cuando empezaste a jugar con el performance?
¿Esa exageración de mí mismo? Yo siempre fui una persona así. Siempre fui bailarín, hablo muy fuerte, grito. Ahora estoy haciendo un tratamiento en la voz porque me lastimo de gritar tanto. Siempre fiel bailarín, el ‘vamos, vamos’. Soy el amigo al que me llamás cuando estás deprimido y te pasa a buscar. Eso se traduce en el cuerpo. A fines prácticos, me pasaba que tocaba en vivo y la gente se queda quieta. ‘Listo. Si la gente no me baila, yo tengo que estar al servicio’.
En vivo, me iba con una bolsa de fruta y me ponía a revolear fruta. Yo hacía cualquier cosa para volver loca a la gente. Así es cómo viene gente que me dice, ‘loco, yo te vi en vivo hace cuatro años, no sé quién sos. Estabas regalando fruta’.

Deja las marcas. En vivo, me encanta bailar, saltar. Ni hablar de que antes de ‘Bossa Buenos Aires’ yo me tenía que inventar de la energía. Ahora, con el disco nuevo, ya está. Está hecho para para saltar y volverme loco. La gente lo hace también. Lo que tengo para dar está bueno y le pongo mucho amor. Soy un showman. Hago que la gente baile, que consuma más de la barra, que se ponga descontrolada.
Hago un show larguísimo. Puedo estar una hora tocando un hit detrás del otro. Eso, no cualquiera. Yo voy con catorce bombas, una detrás de la otra. Las que son menos hiteras le pongo el doble de baile para que se entienda. En el vivo me divierto mucho bailando. Ahora me voy con Faraónika, a tocar a Córdoba. Nos vamos con la computadora, la placa de sonido y el micrófono. Ya está.
Acá tengo banda, toco con un baterista. Se arma un show muy intenso. Estoy, de alguna manera, desarrollando un show más performático, desde lo sonoro. La cuota del baile ya no me presenta tanto un reto. Recuerdo haber visto a Nicolás Jaar en vivo, las dos veces que vino. La última vez lo vi en un teatro, 2,500 personas. Estaba él solo, moviendo perillas. La música estaba toda compuesta desde antes. Yo lo veía y me estaba volando la cabeza. Eso es un poco lo que quiero hacer con Coghlan. Estar solo, con todo mi estudio de grabación, y estar pinchando, armando, desarmando los temas. Eso creo que también hace mucho más fácil vender mi show.
Tengo ganas de que me escuche gente desde muy lejos, que me aparezca la oportunidad de ir a tocar a otro país. Ya lo he hecho, pero muy autogestionado. Que me llamen, me voy de vacaciones a Barcelona. Armar una fecha, un festival. Es tener un show contundente porque ahí no me dan ganas de estar solo, con el micrófono, bailando.
Tengo otro costado para dar, muy musical y muy poderoso que le excede al cuerpo. Ese es el que estoy desarrollando.
El vídeo para ‘Cisternas’ es un buen ejemplo de esto que te digo. Hace replantear la canción, me presenta otras posibilidades en el imaginario.
Lo que pasó con ‘Bolero Midi’ fue que todavía como que no entendía bien la diferencia entre la música que yo quería hacer, que yo creía que hacía y lo que realmente estaba impreso en la computadora. Escucho ‘Cisternas’ y escucho mi intención. El estribillo tiene un funk carioca. En vivo, esa canción la hago con funk carioca de fondo. Me pongo a tocar la guitarra como un loco arriba y ahí se entiende la intención. Hay veces que pasan las cosas que pasan, ‘esto es lo que quedó’. Lo dejo ser. En ‘Bossa Buenos Aires’ salió.
Me podés decir que ‘Bolero Midi’ es más concreto. Yo te digo que ‘Bossa Buenos Aires’ es más directo. Es tiro al blanco, es tiro al centro y no deja dudas. ‘Esta es bailable, esta es más tradicional, esta es más psicodélica, esta es el instrumental, esta es la intro. Esta de de Juan Wuaters es la más indie. Le vamos a poner un poco de Juan, un poco de candombe para que sea de él’. Esa dirección la busqué porque sentía que en ‘Bolero Midi’ me quedé corto. Por eso me siento tan liberado ahora.
Este disco hace muchos años lo quería hacer. Fueron muchos años de tener esta energía latente. Poder sacarlo me libera para hacer lo que quiera. Quizás lo que quiera puede seguir siendo lo mismo, que está buenísimo. No siento que tengo una deuda conmigo mismo. Hice todo lo que siempre soñé que quería hacer.
Abro, por primera vez, la incógnita. Abro la pregunta de qué quiero hacer. Ya sé, más o menos. Tengo demos, tengo un montón de música para sacar. Genuinamente, estoy muy contento de no saber qué quiero hacer ahora. Está buenísimo.
¿Hacer? Voy a hacer porque yo encuentro que la única forma de hacer es haciendo. Antes no hacía nada y un día, ‘pun. ‘Bossa Buenos Aires’, lo encontré. Vamos a laburar’. Me agarra produciendo a otra gente, siguiendo produciendo mi música. Es mi segundo disco, pero lo siento como como el primero. Posta. Ahora busco dirección, que se entienda.
Más allá que que son canciones hermosas, estoy muy contento. Representa un momento de mi vida muy especial. ‘Bolero Midi’ es un disco muy único e irrepetible. Con ‘Bossa Buenos Aires’ busqué claridad. Antes moría en la mía, ‘así soy yo y si no me entendés, no me importa’. Ahora me gusta hacerme entender. La claridad es una gran aliada hoy, en mi forma de hacer música. Me pone una limitación muy liberadora. Tener todas las posibilidades, tener el infinito de posibilidades termina siendo contraproducente.
Con esa claridad pude borrar un montón de otras cosas y hacerme mucho más concreto. En esa cosa concreta profundizo, trato de hacer mejores canciones. Busco un songwriting más prolijo, más preciso. Voy para ahí, pero no reniego absolutamente de nada.
Para ‘Bossa Buenos Aires’ sí que veo una ejecución en el concepto. El trabajo de Salvador Cresta se complementa perfectamente. No puedo pensar en ‘’El Último Baile‘’ de otra manera. Siento que sos de las personas que tiene referencias muy concretas, que sabe qué quiere y es cuestión de encontrar al interlocutor.
Con él tuve una gran suerte. Más que referencias visuales, tenía las referencias estéticas de lo que yo quería que suene mi música. Yo sabía que ‘Bossa Buenos Aires’ tenía que sonar Ibiza, tenía que estar toda esa cosa de la nostalgia. Tenía que estar la nostalgia de la pista de baile. Desde la nostalgia construí todo el imaginario. Sabía que estaban estas costas de Italia, esas montañas que tienen las casas ahí, que dan al agua. Zambullirme en el mar, nadar. Tratar de hacer una música muy acuática y muy bailable era una finalidad. Fui ahí.
No me desvié nunca de la idea. Fue muy claro todo eso imaginario para hacer el disco. Relaciono ‘’El Último Baile’’ como el último tiro que tiene acá el campeón. Es su último baile y se retira. En el medio de la letra digo ‘visual de tenis’. Estoy, literalmente, hablando de estar en la pista de baile, estar viendo una pantalla y que haya un partido de tenis en las visuales. Psychedelic stuff. El deporte, las playas, la marea, la nostalgia. Le di las imágenes a Salvador, ‘escúchame, esto es Coghlan. Do your thing’.
El chabón es un artista, pocos conocí así. Tan artista, en el sentido de la palabra. Vive acá, a 9 horas de la Ciudad, en medio de la montaña. Ermitaño, vive solo, con su perro. Trabaja con una Windows 98 haciendo esos vídeos. Yo me volví loco y quedé en contacto con él. Por eso hicimos dos vídeos. En la época que filmamos ‘’El Último Baile’’ me operaron de la espalda, fue el año pasado. Pasó de un día para el otro. Estaba con muchos dolores después de la operación. Me drogaba mucho en ese momento, tenía que tomar mucho calmante. Me abrieron la espalda de punta a punta.
Ahí descubrí, por primera vez, el peligro de la claridad, de lo funcional que le es al arte las drogas. ¿El vuelo artístico que tomé en ese mes y medio, dos meses de postoperatorio? El 60% del disco lo hicimos ahí, en dos meses. Yo estaba casi diez horas en la computadora todo el día. Agarramos ‘El Último Baile’ y lo escribí de un tirón. Le pasé a Salvador, ‘tomá, acá están las imágenes, este es el guion, hacé lo que quieras’.
¿El vídeo de ‘Joven Guarda’? Me habla un sábado, ‘Eugenio, escuchame una cosa. ¿Para cuándo te tenía que mandar el vídeo? ¿Cuándo habíamos quedado? ¿Para mañana? Vos despreocúpate, voy’. El chabón me hizo en un día el vídeo. En 24 horas. ‘Estás loco, no se puede’. Me agarra, ‘mirá Eugenio, la verdad que me quedó como el orto. Si no te gusta, no me lo pagues’. Le respondo, ‘no me digas eso. Yo te pagué, haceme el vídeo’. ‘El Último Baile’, no lo podía creer cuando lo vi. Con ‘Joven Guarda’ yo lloraba de risa.
Este tema me dice que vos, de alguna manera, unlocked algo nuevo. Es un tema desencajado. Un hit, en mi opinión.
‘El Último Baile’ coincide, más allá del vídeo. Era la canción que, estéticamente, más cuadraba. Yo sabía que, por un lado, el disco era toda esta cosa Ibiza nostálgica. Por otro lado, estaba esta parte PC Music. En el medio del proceso el disco apareció el hyperpop como término. Sí que cuando me imaginaba y ya tenía el demo, ‘El Último Baile’ era la semilla. Fue el primer tema que mostré a mi productor, con el que hicimos el disco juntos, Moreu.
‘A partir de acá sale todo.’ Acá está la psicodelia, el baile, mis letras. Es el single principal del disco. Se siente la más concreta, la más ‘Bossa Buenos Aires’.
Hay algo del piano que invita mucho. La melodía vocal de la canción era toda distinta. La escuché un día, en este momento que dije que estaba con la operación, ‘voy a hacer todas las voces de vuelta’. Moreu me dice, ‘ya está terminado’. ‘Dame 2 horas y vas a ver, vas a ver’. Yo ya estaba tan mental, tan inspirado que ahí fue. Escuché la base y me transporté, automáticamente, a Ibiza. Me metí en la canción y sentí que lo que cantaba era correcto.
Tuve educación y niñez cristiana, ‘y vio que era bueno’. Todas las cosas venían como revelaciones, eran verdades que venían del cielo. Aprendimos mucho con Moreu. Le sacudí la tierra porque él venía de hacer otras cosas, completamente distintas. Desde lo técnico, organización, relación con el cliente. Él hacía un tema y terminaba. Yo le decía, ‘acá tenemos diez temas, vamos a hacerlos a la vez. Vos confía en mí que va a estar todo bien’. ‘Joven Guarda’ tiene 8 versiones, no te exagero. La cantamos una y otra vez, versiones completamente distintas, con versos distintos. ¿La parte de Juan? Intacta.
Me pongo todo místico en mi casa. Pongo la base a todo volumen, los auriculares y escucho media hora, sin parar. Hay veces que la música te pide. ‘El Último Baile’ me pedía algo así.

Yo no le podía dar una melodía pedorra, algo vacío. ‘El Último Baile’ tenía que ser una bomba, contagiosa, alegre. Cantaba cualquier cosa antes. La aspiración me agarra siempre trabajando. La invoco, a veces. Me pasó con ‘Montecarlo’. Me acuerdo que había escuchado sin parar una canción de Lara91k, ‘Marruecos’. Sin parar, sin parar. Creo que es la única música que compré en Bandcamp en mi vida. Le pagué un dólar y tenía el archivo. Lo escuchaba una y otra vez.
La terminé y dije, ‘tengo mi canción’. Estaba buscando inspiración. Grabé ‘Montecarlo’ de un tirón. Improvisé la letra, la melodía. Cantando despacito porque no tenía que hacer mucho ruido por los vecinos. Se la paso a Moreu, ‘tema nuevo, escuchá’. Me dice, ‘¿cuándo? Tuvimos sesión ayer. ¿Cuándo salió esto?’
Es esa bendición/maldición de tener todo claro, también mucho entrenamiento y muchas horas hacer música. Voy entendiendo mis mañas, mis técnicas. ‘Necesito sacar una canción nueva’, y baja. Me voy cebando. Nada me inspira más a hacer música que escuchar música.
‘Escucho, escucho, escucho y ya estoy acá’. Me puedo poner a grabar. Saco todo y tengo una canción en un minuto. Después tardo en producirla. Esos momentos divinos son los que también hacen que me puedas encontrar con ‘El Último Baile’ y decir, ‘che, ésta tiene que ser directa, posta. Ésta no puede ser una más o menos. Ésta pide bomba pide bomba’. Saber borrar también. Hay mucha gente que no sabe ir para atrás en el proceso creativo. Se casa con el demo, eso es fatal.
Yo arranqué a hacer ‘Bossa Buenos Aires’ y en el medio pasó una pandemia, una mudanza, me partí la espalda a la mitad y me tuvieron que operar. Paciencia que en el medio pasan cosas y se te da vuelta todo. No te cases con nada de lo que estás haciendo porque por algo estamos trabajando. Esa es una gran lección. Está bueno tratar de dar siempre lo mejor. No es un sacrificio dar lo mejor en la música, no es doloroso. Es una decisión que a veces se puede tomar, ‘che, esto está flojo, puede mejorar’.
Esto que decís que te pasó con ‘Marruecos’, me pasó con ‘Europa’. No puedo no pararme y bailar. Las colaboraciones que han salido con Dani Umpi permiten que otro público se sume al proyecto. Es ir por un lado mucho más confrontativo, en cuanto al dance music. Es lo más explícito que has hecho. ¿Cómo llegás a trabajar con Joaquín Taba y Joaquín Crededio?
Nosotros con Dani nos conocimos en una fecha que tocamos con él y Defensa. Pegamos mucha buena onda. En ese momento compartíamos manager, un amigo mío, Agus, quien maneja Yolanda Discos. Agus me dice, ‘tenés que grabar algo con Dani. Dame una semana y yo armo algo’. Estoy para un disco. Ahí conocí a Dr. Taba y Creda. Nos hicimos íntimos amigos. Con Creda soy muy amigo, con el Dr. Taba ya un hermano. Fue todo muy de juego. No nos tomamos mucho tiempo en hacerlo. El disco no está terminado. Dani se volvió a vivir a Uruguay, a principios de la pandemia. Nos juntamos, antes de esto, en el estudio.

Metimos las sesiones de ‘Fabi’ y ‘Europa’, las grabamos ahí. Todo lo anterior lo habíamos grabado en el fin de 2018 y 2019. Saqué ‘Bossa Buenos Aires’, ni hablar de ‘Europa’ y ‘Fabi’. Mi vara está alta. Yo no quiero hacer algo que no me identifique. Van a entrar cuatro temas más y vamos a hacer uno nuevo. Hay un último tema, ‘Me Llama y Llora’. Está muy electro pop, demasiado. Coincidimos con el Dr., hay que hacer ‘Europa’ Remix, más hot, sensual, pista de baile oscura.
El tema nuevo que vamos a hacer también va a ser desde ese lugar. ‘Europa’ es la primera canción que yo canto sin autotune. Es muy sugestivo, sensual. Me gustó conocer esa herramienta. Voy a regrabar las voces, todo de vuelta, para traerlas un poco más al presente. Ese disco va a salir. Estamos dándolo todo. Ya estoy encargando el arte de tapa. Se termina, se publica y se terminó. No va a haber rueda de prensa, fotos, vídeos, nada. Mixtape.
Me emociona que estés trabajando con Faraónika. Un match made in heaven. Es la forma que ella se presenta, está muy consciente de que es parte fundamental del proceso y que va a encajar con alguien como vos. ¿Cómo es tomar ese papel?
Yo creo que me termino identificando y encontrando mucho con El Guincho, de mis máximos referentes. Con Eric jodo que este es ‘Mi Mal Querer’. Todo lo que he aprendido de hitmaker… yo lo puedo hacer a mi manera, pero soy un chico, tengo un cuerpo de jugador de fútbol, barbudo. Es otra cosa ser hitmaker con esta chica que es una bomba sensual, un talento descomunal, una voz rarísima. Una belleza híper andrógina, movimientos corporales de otro planeta, profesionalidad que no vi en nadie. Se toma en serio.
Obviamente, yo tampoco le entregaría mi tiempo y capital a alguien que no considere. Ella está dándolo todo. Ponemos la mano en el fuego. Hubo conexión, eso es innegable. Se fue formando la idea de un disco. Es mutua la sensación de que encontramos una pareja musical. Los dos estábamos buscando. Ella viene a las sesiones con su vinito, se sienta en silencio a hacer letra, yo me siento a hacer la base. Ella confía, sabe que estamos haciendo demos, que esto es songwriting.
Vamos a meter cuarenta canciones y elegir doce. Nos juntamos dos veces por semana y es un tema nuevo por sesión. Sea bueno o malo, no se toca lo anterior. Cuando estamos juntos, creamos. Hay ganas de terminarlo. La conocí por una amiga, Paz, que es con quien laburo muchas cosas. Ella filmó el vídeo de ‘Placard’ de Faraónika, ‘no puedo creer que esta artista exista’.
Es otra loca como yo. Es una aliada, una compañera. Yo ya sabía que iba a laburar con ella, no tenía ninguna duda. Nos hablamos, tiramos buena onda. ‘Tengo un tema’. Vino a mi casa y empezamos a hacer otro, armamos el show en vivo. Es un gran match. Este tipo de duplas están empezando a pasar ahora, en Argentina. Está pasando con Lara91k y Percii, su productor. Nosotros apuntamos a lo máximo. Ella, de su lugar y humildad. no se la cree tanto.
Yo no tengo dudas de que ella tiene todo el potencial para ser un referente mainstream. Ella tiene todo para comerse Latinoamérica. Solamente necesita hacer buen laburo, que sea genuino y amoroso. La idea que tenemos es hacer el disco lo mejor posible, tratar de ir al máximo.
¿Qué estás escuchando?
Últimamente, tuve un periodo en que me actualicé mucho. Mientras hacía ‘Bossa Buenos Aires’, estuve en presente absoluto. Ahora estoy en una faceta escuchando reggae, sin parar. Justo la casualidad que se murió Lee Scratch Perry. Venía escuchando, ya hace rato, producciones de él, discos enteros. Me gusta mucho el reggae, desde siempre. Cuando más escucho música es cuando trabajo. Me pongo cosas más tranqui. Le estoy dando duro a Junior Vibes, The Congos, The Heptones,The Upsetters. Esos reggaes me tienen fascinado. Después, Ariel Pink no lo puedo dejar de escuchar, desde el día uno. Es una fascinación que tengo.
Me agarró una cosa medio disco. Empecé a escuchar mucho pop de los setentas, ochentas medio grasa. Volví mucho ‘Currents’, volví a Caroline Polachek. Para mí, la vara es ella. Es mi número uno, la que está haciendo el empuje más grande es ella, en todos los sentidos. No puede hacer tan increíble todo lo que saque. Entre todo lo que hay en el medio de eso, estoy ahí. No estoy escuchando muchísima música fuera de. Realmente, estoy escuchando mucho reggae, sin parar. Hace ya, un mes y medio, me bajé 50 discos.
Estoy convirtiéndome ya en experto. Estoy escuchando desde los 60’s, 70’s, 80’s, del estilo y producido por tal, hecho en Inglaterra, de este sello. Estoy fascinado. Tiene una gran energía, es muy positiva. Me comí el cuento de todos los rastafari. Todo eso me alegra. El vacío que estoy teniendo después de sacar el disco, que estoy recién ahora volviendo un poco la realidad, me lo pasé escuchando reggae. Me mima, me da tranquilidad.
Si estás enfrente a una puerta, tocás el timbre, ¿quién te abre?
Hoy quiero que me abra Bob Marley y charlar un rato con él. Debe tener unas grandes cosas para contar.