Regresando a la Eterna Primavera
Texto de: Valerie Andrews
No me arrepiento de ser artista, pero sería mentira si les dijera que mi carrera ha sido pura creatividad y arte. Es más como nadar contra corriente todos los días. Y claro, ¿quién quiere ser artista y vivir en Guate en esas condiciones?
Muchos de los artistas nos vamos de Guatemala. Nos vamos con esperanzas de no regresar. Las personas que elegimos ser artistas en Guatemala, de verdad, lo elegimos. No es noticia nueva que ser artista aquí es complicado, mal pagado y (como siempre) mal visto. Los que elegimos esto es porque algo nos pica en el espíritu, algo que hace que aceptemos por “default” una vida más compleja.
Parece un pensamiento cínico y negativo, y lo es. Nuestra realidad como artistas es así. De las pocas cosas buenas que me trajo la pandemia fue encontrarle el valor al contexto donde crecí. Estaba a media maestría en Escocia y cuando todos decidieron volver a sus países, el mío ya había cerrado sus puertas. Una cosa es no querer estar aquí y otra, completamente diferente, es no poder llegar. Quedarte sola cuando todos tus compañeros vuelven a sus casas fue algo durísimo. Incluso, tuve que llegar a hacer la paz con que si algo me pasaba nadie podría llegar por mí, ni yo venir aquí.
La pandemia me trajo una gran conciencia de todas las cosas que me dió ser y crecer guatemalteca. Claro, parece algo contraintuitivo. ¿Quién hubiera dicho que haber crecido en la tierra de la incertidumbre te aventaja en momentos de crisis? Sentir esa tensión en el aire, ese silencio, ese miedo durante los meses más duros me mostró que el ambiente no era totalmente extraño para mí. Tenía miedo, sí. Estaba estresada también. Pero, por alguna razón, tuve más estabilidad emocional que varios de mis compañeros europeos.
Entre broma y broma, charlamos si la pandemia se volviera de zombis y había que apostar por quién sobreviviría. ¿Adivinen quién sobreviviría? Aquí, su servidora. ¿Por qué? Porque es muy probable que pudiera sobrevivir más estrés que mis compatriotas europeos. Los guatemaltecos tenemos un sexto sentido desarrollado para saber en dónde hay peligro. Incluso, me atrevería decir que las mujeres más. Durante la pandemia, aunque sí me sentí emocionalmente incapacitada, me fue mucho más fácil salir de toda esa bruma y comenzar a vivir de nuevo. Creo que hay una ferocidad en nuestras ganas de sobrevivir que a veces subestimamos.
A lo mejor, este instinto de supervivencia viene de haber crecido y trabajado en Guatemala. Yo soy primeramente actriz… pero también productora, carpintera, chofer, diseñadora, mediadora, contadora, y la lista sigue. En la industria de las artes te toca aprender a hacer un poco de todo. No hay otra opción. ¿Querés montar una obra? ¿Querés producir un show? ¿Querés hacer alguna actividad cultural? Te va a tocar hacer de todo.
Mi sorpresa es que nunca esperé que esto me iba a equipar para la pandemia. En algún momento, este instinto de supervivencia entró y me obligó a sacarme del hoyo. Siendo la única Latina de mi grupo, logré trabajar en obras y eventos en línea. Para darle el crédito a mi mamá: “El perico donde quiera es verde“. Los guatemaltecos somos de los más verdes.
Otra diferencia cultural que para mí fue clave: el pensamiento crítico. No es secreto que nadie confía en su gobierno, y menos aquí en Guatemala. Mi sorpresa más grande fue ver cómo reaccionan las personas a las noticias o los anuncios del gobierno. Cada país y gobierno hizo lo que podía con lo que tenía, o casi todos. Como buena guatemalteca, cada medida que sacaban en el Reino Unido me la cuestionaba. ¿Por qué? Porque no le creo a mi gobierno. Por ende, no le creo a ninguno.
Y al final probó ser un método más efectivo para mí. Tener conciencia que el gobierno no tiene todas las respuestas y que a veces (o siempre) te mienten, te obliga a ser la fuente de tu información. Las respuestas al Covid han sido de los mensajes más mixtos que nos ha tocado recibir. Han sido contradicción tras contradicción. Ahora veo que este hábito de cuestionar se transformó en tener la diligencia de ser mi propia fuente de información. Indagar e informarme. Y formar mi propio criterio a la hora de enfrentarme a la pandemia.
Regresar a Guatemala no ha sido un viaje sencillo. Es extraño volver cuando ya experimentaste otro estilo de vida. Es extraño volver a este contexto. Pero lo importante es que pude volver y pude ver a mi familia y a mis amigos.
Siempre me quise ir de aquí, peleaba con que esta sociedad no me comprende… y si soy sincera: yo tampoco la comprendo. Pero sí les digo algo: uno crece sobreviviente. Y sin darse cuenta, uno tiene las herramientas para cuando las cosas se ponen color de hormiga. Al principio vamos flotando con la corriente pero eventualmente salimos. Y salimos con todo.