N. Hardem Presenta Un Tributo A La Intuición
Cuando N. Hardem habla, lo único que queda es escuchar. El prolífico rapero colombiano presenta su más reciente producción, ‘Verdor‘. Un trabajo que muestra esa constante búsqueda de la raíz. Raíz colombiana. Una búsqueda que viene desde el inconsciente.
El multidisciplinario artista ha lanzado su proyecto más colaborativo a la fecha. Con producción a cargo de AvenRec, El Arkeólogo, Ruzto, Alma, el reto fue encontrar la congruencia sonora que trasladara el sentimiento propuesto. Un encuentro con esa voz propia que le caracteriza. La intuición como hilo conductor. Un objetivo espiritual, sobre todas las cosas.
Hablamos con N. Hardem acerca de la intencionalidad que se establece para este nuevo de trabajo, la curiosidad, la elección de colores y portada para ‘Verdor‘, y qué quería lograr con este release.
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¿#AQuéSuena N. Hardem?
Sintéticamente, lo defino como rap bogotano. Es una cosa en donde confluyen muchas otras influencias, como el jazz, música negra, de raíz colombiana, de la misma escuela de rap de mi ciudad, de fuera. Hay gente que define el rap como blues sobre breakbeats. Historias de blues contadas en breakbeats. Mi base de creación son historias y voces de lo cotidiano. Abstracciones del contexto, pero en esencia eso. Historias, de pronto no con mucha cara de historia, contadas sobre ritmos. Sabes que el ritmo presenta posibilidades infinitas.
Entendiendo lo que dices de la música raíz, también pudiste haber ido por otro lado. Algo mucho más tropical, elementos más ‘alegres’, pero decidís hacerlo sombrío.
Quizás por mi propia personalidad. Lo hablaba en estos días con un amigo. Le decía que está bueno este oscurantismo, un poco. No es que tenga una vibra explícitamente negativa, pero no navega siempre en la superficie. Es satisfacer y alimentar la curiosidad mía y la de otros explorando. Quizás de ahí vienen esos matices que uno no identifica tan brillantes o tan legibles, tropicales. Es más que todo porque este ejercicio es, principalmente, en la búsqueda de la exploración de mi vuelta y la de otros con quienes hacemos música.
Elección de colores de ‘VERDOR‘. La contraportada me parece muy fuerte al igual que el interior del case, muy expresivo todo. Háblame de la portada y esa foto, quiero contexto.
La foto es de archivo familiar. Aquí está mi mamá, ella es una amiga de mi mamá, que la estaba pasando muy bien, por aquí mi tía Beatriz, que en paz descanse. Esta foto la tenía hace un montón en mi poder. Yo sabía que iba para algún lado, pero no estaba seguro. Al principio, pensé que iba para un beat tape, un proyecto que tenía otro groove; beats más festivos, más bailables, pero siempre dentro de mi onda oscura.
Resultó aquí. El color me habló. Sentía que este disco es un tributo a la intuición. Mi referente más cercano de la intuición y de la acción es mi mamá. Esta emoción y toda esta efusividad, eso. Quizás el disco no es tropical, de fiesta, pero sí es una fiesta para estar vivo. Es el mismo festejo de la vida, expandiendo la conversación hacia las raíces. Es festejar las raíces.
Una vez adentro, ya es un poco película de track por track. Un poco la introducción, el estado del arte, por llamarlo de alguna forma. Es un poco críptico. A mí me emociona mucho cuando encuentro cosas que estimulan mi creatividad y el impulso creativo. Esa es un poco la tarea que siento que me gusta llevar a cabo. Así sea uno dentro de mil, la base y sustrato para emocionarse y hacer algo con esto.
Al escuchar este tipo de track, el uso del sample, intervenciones de diferentes elementos, la cadencia, yo hubiera esperado que la duración de las canciones fuera igual de corta que los releases anteriores. ¿Es esto algo consciente? Aquí la consciencia también deriva de la intuición. Lo que sentí que tenía que hacer era estas canciones. Me vine a dar cuenta al final, cuando estaba imbuido en este asunto de estar haciéndolo. Quería canciones con puentes instrumentales largos, de pronto sugiriendo algún elemento melódico. De repente, cuando lo vi, todas eran largas.
Me sorprendí de mí mismo también porque venía haciendo canciones más de barras. Aquí sentí eso, la libertad, necesidad de hacerlo. Quizás sí fue consciente, desde la intuición, pero no fue pensando que quería tal o cuál cosa determinadamente.
Las líneas de bajo, muy propias de este sub-género, siguen siendo algo notable. Mucho contrabajo para este release. La de ‘Apolo’ es una de mis favoritas. ¿Cómo lográs coherencia si trabajás con varios productores para un proyecto así? Sé que con El Arkeólogo ya habías trabajado antes.
Ese fue el último temor que derivó antes de aceptar que tenía un capítulo, un trabajo terminado. ¿Cómo iba a hacer para que un disco producido por cinco personas, contándome, con cinco colaboraciones, mezclado por tres o cuatro personas distintas, tuviera coherencia?
Siento que la temporalidad y el impulso creativo hablaron, honestamente. La pelota no miente. El lenguaje fue uno solo. Obvio, tiene muchos lugares.
Te habla desde distintas partes, distintas geografías, pero el tiempo de creación, la intención creativa y el impulso, hasta donde yo siento, son el mismo. Seguramente, la cancha.
Sí, es mi primer release de larga duración presentado en solitario. No es, para nada, un proyecto individual. Es el disco más colaborativo que he hecho. Es el único que lleva mi nombre en el label. Sí hay algo ahí que llamé magia, madre, música, que hizo que todo esto cobrara sentido. Hizo que aterrizara y fluyera por un mismo canal. Así lo siento hoy y parece que así lo ha percibido la gente. Es muy bonito. No fue fácil aceptarlo, tenía mucho miedo. Ya está afuera y está vivo.
La intro, esas primeras palabras, esos primeros 20 segundos, ‘There’s a lot of things that need to be done… if you ain’t not gonna work, do not complain about what ain’t happening’. Marcás el tono. ¿Cuándo decidiste que era por ahí la línea de conversación?
Lo decidí, intuí, en enero 2019. Probablemente, cuando escribí ‘Free Play‘. Ella me dio todo. Cuando la terminé dije, ‘parce, quiero hacer un disco así. No sé qué se necesita, no sé cuánto tiempo me va a tomar. Lo que sea que haya que hacer, quiero hacer este disco’. Ya sabía cómo se iba a llamar, ya sabía para dónde iba la cosa, sin saber qué me iba a encontrar. Esa fue la visión.
Decidí entregarme a ella, sin tapujos. Tuve el tiempo y la libertad para hacerlo. Luego todo fue ordenándose y tal, con las meticulosidades y vainas propias de estas enfermedades del control. En principio, es un trabajo muy libre.
¿Cuál ha sido el cambio más grande entre ‘Tambor’ y este último release? ¿La intencionalidad en cuanto a lo que se necesitaba decir, la manera de presentarlo?
Completamente. ‘Tambor’ es una colección de canciones, es muy entrópico. Los proyectos de ‘Tambor’ son beats míos, letras mías y paré de contar. Lo que se necesita para empezar eso, desarrollarlo y terminarlo, es una cosa. Es un proyecto enteramente personal, de sanación. Así fueron los dos que hay.
Me emociono mucho escuchando la música vieja. Quiero hacer un disco en tributo a eso. Un disco en tributo a los discos que uno siente que están construidos como un álbum, de principio a fin. Darme el gusto de hacerlo y ver qué sucede. Es un proceso, completamente, distinto. Todo está planteado para decirlo, de una forma, para hacer un proyecto más grande.
Las intenciones también cambian, en lo personal, artístico, en cuanto al mundo que este se refiere. En lo visual, estético, escénico también.
Vi un par de fotos del show de ayer. ¿Fue lo que esperabas? ¿Cómo fue la respuesta del público?
Es raro, por todo y todo. Se movió mucha energía. En Colombia, en este momento, estamos atravesando por una crisis social que no es nueva. El cordón de violencia ya está cercando las ciudades y barrios. No únicamente la violencia civil y derivada del crimen, sino la violencia derivada de las fuerzas del Estado y los crímenes de Estado. Siempre hemos sabido que están ahí.
Siempre han asolado los campos y las selvas. Desde las grandes movilizaciones de hace un par de años, ya es una respuesta, abiertamente, criminal por parte del Estado. Hay mucha energía para moverse en la calle. Sin embargo, yo siento que la conversación no puede basarse, únicamente, en el dolor y abuso. Estamos vivos aún, enteros. Tenemos la posibilidad de expandir la conversación, el arte. Ayer había mucha tensión, energía.
Es la primera vez, no sé hace cuanto ya, que veo tantísima gente en un escenario. Escenario, además, público y gratuito. Fue muy especial, maravilloso. Un poco un sueño, también, esta idea de viajar a México.
¿Qué estás escuchando?
The Alchemist y los side projects que está sacando. Estoy esperando el disco de Evidence. Es mi top rapper. Estoy escuchando mucho de lo que pasa en el estudio donde trabajo, donde confluimos muchos proyectos musicales. Está El Frente Cumbiero, La Boa, La Perla, Sello Indio. Estoy pendiente de lo que hacen mis amistades, lo que pasa en Bogotá, en Colombia. No estoy juiciosamente escuchando, como cuando se está atentamente buscando en las escenas, haciendo diggin’. Tengo que escuchar algo en donde crece el espíritu.
¿Qué hacés cuando no hacés música?
Tengo una hija de cuatro años. Entonces, trato de pasar el tiempo que puedo con ella. No es más que la responsabilidad y necesidad de pasar tiempo juntos. Cuando no hago música, estoy habitando la calle. Escuchando personas, pasando tiempo con las amistades. Trato de no pasar mucho tiempo, excesivamente, en las redes sociales. Están, ahora mucho más, llenas de veneno y distracciones difíciles. Me gusta sacar tiempo para estar en la calle, tranquilo, escuchar a los maestros y maestras. Leo, me gusta leer, ver pelis. Absorbiendo y viviendo.
Si estás enfrente de una puerta, tocás el timbre, ¿quién te abre?
Mi mamá. Ya no vivo con mis viejos, hace rato, pero pensé en ella.
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Gracias a Luis Zamarroni por hacer esta entrevista realidad.