En Conversación, Gaby Moreno
Gaby Moreno no pierde el enfoque. La prolífica escritora, cantante y productora guatemalteca sigue priorizando la música. Con un Grammy en mano, ‘MIJA‘, un musical bilingue que está produciendo, ‘Música y Cocina‘, un libro recién publicado junto a la aclamada chef, Mirciny Moliviatis, ‘Lamento’, el cortometraje escrito y dirigido por Diego Contreras en donde también actúa, la multifacética artista cierra el año girando por Estados Unidos y Europa. Claramente, se encuentra en un momento crucial en su carrera. El control es completo y se nota.
Sin duda alguna, Gaby Moreno se ha convertido en una parte fundamental de la cultura guatemalteca. En los últimos 16 años ha tocado fibras en la colectividad que no sabíamos que podían existir y necesitábamos. Hemos presenciado su crecimiento y celebrado sus logros como propios. Después de todo, el salir de acá y construir en un nuevo territorio, uno tan complicado de navegar como Estados Unidos, es un triunfo en sí. El trabajar bajo sus propios términos le ha permitido establecer una ruta, sin ella saberlo, para quiénes seguimos acá y anhelamos un futuro mejor.
Aprovechamos su última visita a Guatemala para charlar acerca de la música que se encuentra haciendo ahora, su proceso compositivo, de cómo prioriza la canción, el fenómeno de ‘Luna de Xelajú‘ y el momento que está viviendo.
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¿#AQuéSuena Gaby Moreno?
Está complicada esa pregunta (risas). Por un tiempo estuve diciendo que era spanglish folk-soul. Ahora lo estoy cambiando un poquito más a Latin Americana. Americana es un género que encierra distintos estilos que nacieron del blues, el jazz, el country, el folk y mucha música que viene de Latinoamérica. Los mariachis, después de México, en donde más se popularizaron fue en Los Ángeles. Eso también es parte de la historia de Estados Unidos.
Entonces, para mí, eso es Americana. Si seguimos profundizando, venimos de América. Llevo 24 años viviendo en Los Ángeles. Me considero Angeliteca. Por mucho tiempo he estado haciendo este tipo de música, pero no había visto a los latinos representados dentro de ese género. Los Lobos, Linda Ronstadt, Joan Báez… ahí fue cuando dije, ‘puchis, llevo tanto tiempo haciendo esta música de la que no sabía que pertenecía a este género porque no me veía representada’. Con este disco, ‘Dusk’, decidí, que soy un artista que está haciendo este tipo de música: Americana. Es lo que me ha gustado desde siempre, desde chiquita, desde que tenía 13 años que descubrí el blues. Esos estilos están muy marcados en lo que hago.
Es evidente en la forma que componés y el approach vocal en los shows, sobre todo.
Sí, desde siempre me ha gustado eso.
Encontré este quote: ‘tengo estas 10 canciones, estas son’. No hacés el ejercicio de componer 30 y elegir las mejores.
Muchos artistas hacen eso y está bien. Cada quien tiene su propio proceso, pero me daría mucha ansiedad seguir escribiendo. ¡Ya quiero grabar! Después de 12 canciones… si siento que están increíbles, que tienen sentido incluirlas, ahí paro. ¿Para qué voy a seguir escribiendo otras 15 canciones? A menos que esté súper inspirada pienso que esas van a ser para otro disco que va a salir en 2 años. Hay muchos artistas que escriben esa cantidad de canciones y solo escogen 10, 12. Nunca usan las demás. No podría.
Igual, tenés música que nunca va a salir.
Nunca. Tengo como 100 canciones que jamás van a ver la luz (risas).
Entonces, ¿cómo es tu proceso para delimitar cuándo inicia el álbum? Sé que establcés el tono, pero ¿en qué momento empieza a tomar forma? ¿Definís, de entrada, el título y trabajás sobre eso? ¿Lo construís conforme avanzás?
En ‘Dusk’ tengo canciones que son de hace 4 años. Eso sí me pasa. Muy rara vez descarto una canción. Si termino de escribir una canción es porque, en algún momento de la vida, la voy a sacar. Tal vez no ahora, tal vez dentro de 5 años (risas). Eso me pasó con este disco. Tenía 6, 7 canciones y ya estaba ansiosa de terminar un disco. No quería hacer un disco de 7 canciones. Ya había sacado ‘X Mí (Vol. 1)‘.
‘Para mí, 10 es un buen número’. Me parece lindo. Si vas a hacer un vinilo, 5 canciones por lado. Independientemente de eso, siempre me ha gustado ese número. Con este disco, el año pasado ya tenía 6, 7 canciones y decidí buscar viejas. Encontré un par, ‘ahí está, ¡ya!’ Me pasó que grabé otras 2, 3 canciones. Tenía el plan de lanzar 13, inicialmente. Cuando nos sentamos y escuchamos el disco, esas no encajaban. Eran más jazz, más bossa, tenía un bolero. Las dejé a un lado, pero ahí están y las voy a lanzar en algún momento. Tal vez haga un EP de jazz y boleros.
Tenés nueve álbumes de estudio. Lo más que has pasado sin sacar música son 3 años. Creo que podrías sacar uno por año si quisieras.
No (risas). Eso pasó porque quería hacer este disco acústico y eran canciones que ya existían. No soy prolífica para escribir. No estoy así todo el tiempo, me cuesta. Especialmente, cuando estoy de gira me cuesta. Estoy enfocada en los conciertos. Soy mi propia tour manager. Estoy concentrada en qué lugar tengo que ir mañana, a dónde tengo que manejar mañana. Son tantas cosas que solo no puedo sentarme a escribir una canción cuando no me nace. E
Es hasta que estoy tranquila, en mi casa y algo sale. Cuando no viene la inspiración, me junto con amigos a escribir y ahí empieza otra vez. Eso me ayuda mucho.
Mucha gente piensa primero en el coro o se enfoca en la instrumentación. Vos priorizás la canción, sobre todo lo demás.
Sí, siempre ha sido así. El 99% de mis canciones son escritas con la guitarra acústica. No soy del tipo de artista que está programando beats. La canción es importante, no solo en la letra sino en la música también. Lo que quiero es escribir una canción que se pueda defender por sí misma. Si salgo solita con mi guitarra y suena bien así, ‘ok, esa canción está buena’. Se puede producir de cualquier manera.
Cuando le quitás todas esas capas y está solo la canción y conecto con ella, la gente también. Tengo muchos conciertos acústicos, ahí es en donde veo que está funcionando.
Me sucedió con una canción que está en el nuevo disco, ‘Let It Fade’. La escribí con guitarra y cuando llegamos al estudio le dije a mi productor, Dan Knobler, ‘no quiero que esta canción lleve guitarra. Sé que siempre estoy con mi guitarra cantando y tocando al mismo tiempo, pero para esa canción no0. La saqué, quería que los músicos hicieran lo suyo e inspirarme de eso. Literalmente, esa canción fue así.
Estábamos todos en el estudio, Dan le dio record y lo que empezaron a a hacer Will Graefe (guitarrista) y Tyler Chester (teclados) sucedió ahí. Es esta toma la que escuchás en el disco, no lo planeamos. Empezaron a tocar lo que estaban sintiendo en ese momento y empecé a cantar. Lo que estaban haciendo me afectaba a mí. Me encantó cómo salió esa canción porque fue espontáneo. Fue de esas canciones que no ensayamos ni planeamos.
¿No planteaste hacer el disco así?
Muchas canciones ya las habíamos tocado en vivo, las sabíamos. Hay una de Bob Dylan, ‘I’ll Be Your Baby Tonight’. Van Dyke Parks tocó el piano, de hecho. Escuchás al inicio a Dan decir, ‘Van Dyke, you want to kick it off?’ Dejamos eso en la canción. Él no sabía qué iba a tocar, ‘that is a death sentence’ (risas). Lo que escuchás es lo que hizo, no lo planeó. Tocó y quedó perfecto. Estábamos en shock. Le seguimos la onda y salió esa canción. Fue lindo. Me encanta esa magia que se puede crear en el estudio, de esa manera, cuando juntás a un grupo de músicos impresionantes que hacen magia.
Eso me encanta porque a mí me hace cantar de distinta manera. No soy de hacer miles de tomas cuando estoy grabando. Incluso, cuando estoy produciendo a otros artistas les digo lo mismo, ‘5 tomas, lo más’. Después de esto la piensan mucho, ya están mucho en su cabeza y va perdiendo esa magia. ¿Cuando escucho estas historias de Los Beatles y 70 tomas? Me muero (risas).
Ya entraste a los círculos correctos. La gente que necesitabas que supiera qué hacés y qué podés hacer, lo sabe. Que te hayan seleccionado para el tema de ‘Parks and Recreation’ es un antes y un después en cuanto las posibilidades de industria.
Sí, fue así. Increíble.
Tenés lo de ‘Elena of Avalon’ también.
Sí (risas). No es una canción mía, me invitaron a cantar.
Podrían no haberte invitado a cantar.
Cierto. Fue increíble para mí. Era la primera princesa latina, algo que quería hacer desde chiquita. Soy niña Disney, era un sueño que tenía desde los 10 años.
¿Cómo asimilar ese tipo de hitos? Hablame de ‘Undone’.
En ‘Undone’ actúe (risas). Hace cinco años conocí a Linda Lamontagne, ella es una directora de casting. Se encargaba de contratar a los extras también. Primero me invitó a que hiciera las voces de una parte muy pequeña en Family Guy. Nadie sabe que yo hice eso, fueron tres segundos. Hice eso y para mí fue, ‘¡estoy en Family Guy!’ .Me llama para decirme que estaban grabando esta nueva serie.
Yo no sabía nada más que salía Rosa Salazar. Me llama, ‘llegá a tal lugar, tal hora’. Nunca había sido extra así que legué vestida normal. Llegando, una señora se acerca y dice, ‘hubo un cambio en tu rol. Vas a tener un papel pequeño así que andá al departamento de vestuario. Estas son tus líneas’. En mi vida había estado enfrente de una cámara actuando. En la escena, como doctora, le tenía que decir al papá de Alma (la protagonista) que ella era sorda.
Eran cinco líneas. Llega la señora para llevarme al set. Para mi sorpresa, el papá era Bob Odenkirk. No lo podía creer (risas). Cuando estoy hablando lo estás viendo desde la perspectiva de la niña. No me escucho, por fortuna. No sé si has visto la serie, pero utilizan una ténica de animación llamada rotoscopia. Se siente como un sueño lejano. Una experiencia increíble. Era la primera vez que estaba actuando y era él. ¿La manera en que me miraba? ‘Keep it together’. Fue muy fuerte (risas).
Ya empezaste a entrar a esas vueltas. ¿Cómo lo asimilás?
Es que esas son cositas. Nadie sabe, solo tú lo sabés porque te metiste en el rabbit hole.
Produjiste ‘Dos Profundidades’ (2017) de Dominique Hunziker. ¿Fue ese el primer acercamiento a la producción para otros artistas?
No, fue el del Ishto. De ahí, como a los dos años, el de Dominique. Ella no tenía mucho presupuesto. Me acuerdo que llegó a Los Ángeles y le dije. ‘mirá realmente quiero capturar tus canciones, capturarte solo a ti con tu guitarra’. Hay un par de canciones en donde solo es ella con su guitarra. Ella no necesita más. es tan lindo cómo toca, cómo canta. Así lo dejamos. Hay otras en donde sí metí más cositas y fue lindo grabar ella.
¿Cómo empieza la inquietud para producir?
Producía mis propias canciones y nunca me pasó por la mente. No me sentía digna, creo. Siento que eso le pasa a mucha gente. Si ya lo estoy haciendo con mi música, ¿por qué va a ser más difícil hacerlo para alguien más? Es diferente, claro. Tiene que ser el artista adecuado. Con Ishto, vi un video de él cantando en un parque y le hablé. ‘Si algún día querés venir a Los Ángeles a grabar, decime. Me encantaría ayudar en lo que se pueda’.
Él llegó. Le conseguí el estudio, los músicos. Llegando al estudio, alguien me abordó y dijo, ‘¿tú sos la productora?’ Me hizo sentido. Ya estando ahí, empecé a dar ideas, a ver los arreglos. No necesariamente hay que hacer todo eso para ser productor. Él me dio rienda suelta y eso ayuda mucho. El trabajo entre un productor y un artista tiene que ser muy colaborativo.
Un músico con el que estaba trabajando me dijo una vez, ‘cuando trabajés con un productor, él tiene que ser como un dictador contigo. Lo que te diga, lo hacés’. ‘Son mis canciones, tengo que salir a defenderlas. ¿Cómo así?‘ Eso no me gustó, no va conmigo.
Cuando algún artista viene a mí y quiere que le produzca, siempre digo que esto va a ser un ir y venir. Tiene que estar completamente feliz con lo que quiera hacer.
Eso me está pasando con Mercedes Escobar. Estoy produciendo un disco, estamos a la mitad. Llegó, estuvo unos días y grabamos 13 canciones. De hecho, ella traía muchas ideas. Eso me encanta porque ya tiene una visión muy clara de lo que quiere hacer. Eso es muy importante como artista y como productor para poder hacer un mejor trabajo.
¿Activamente estás buscando producir? ¿Vienen a vos?
Vienen a mí, no lo estoy buscando. Me encanta hacerlo. Somos hermanas musicales con Mercedes. A ambas nos encanta ese blues de raíz de los años 20s y 30s, la música country de los 50s, 60s. Tenemos muchísimas cosas en común. Fue algo increíble cuando me dijo que quería trabajar conmigo. Fue un sí, rotundo. ‘¿En dónde has estado toda mi vida?’ (risas) Amo trabajar con ella. Es una música impresionante, todo lo que hace como guitarrista, como compositora, como cantante.
¿Cómo se dio lo de Omara Portuondo?
Fue increíble. Me escribieron para ver si quería cantar como ella para un proyecto de duetos. Les di el sí. Luego, me preguntaron si quería componer una canción para cantar con ella. Les di el sí. ‘¿Te gustaría componer con un cubano? Queremos que todo se haga con compositores cubanos’. De nuevo, sí. Me pusieron en contacto con un cubano que vive en Italia y ahí empecé a escribir la canción con él. A distancia lo trabajamos.
Antes de grabarla pregunté si tenían a un productor para esta canción porque a mí me encantaría producirla. ‘Sí, dale. Producila’. Ok. La produje.
Cuando la envié y la escucharon, me escribieron: ‘nos encanta lo que hiciste, ¿te gustaría producir más canciones para este disco?’
Estábamos en la mitad de la pandemia. Fue ese el reto porque me enviaban las voces de Omara y yo lloraba. ¿Esa voz? Es una fuerza que tiene esa mujer para cantar a sus 92 años. Canta igual que como lo hacía hace 30 años. Así se dio, de una manera muy orgánica. Fue decir sí, a todo. Con miedo porque capaz que no les va a gustar lo que hago. Afortunadamente, les gustó.
¿Crees que ese proceso de retomar la raíz, esa parte latina, marca para lo que viene? Me refiero, la forma en que abordas la Americana, la manera en que estás reivindicando tus vínculos con Latinoamérica.
Con Omara fue interesante. Siempre me ha gustado esa música, no quería hacer algo tradicional con ella. De hecho, les dije, ‘miren, voy a usar músicos aquí, en Los Ángeles, que no son ni latinos’. Les pregunté y dijeron que eso es lo que querían. Querían salir de esa línea tradicional que Omara ha hecho por tanto tiempo y darle un giro. Tanto algo contemporáneo, algo distinto. A mí me encantó.
Hay una canción que hice que la cantara en inglés. Ella nunca había grabado en inglés. Es increíble. Tiene un acento, es muy linda. Me encantó. Esa es de las canciones que más me costaron hacer porque lleva un gran arreglo de vientos y de Big Band. Estábamos en plena pandemia. Me fui a meter a un estudio a grabar a los músicos. Todo lo demás lo edité en mi cuarto. Fue un trabajo muy duro. Literalmente, con mi laptop en el cuarto hasta las 4 de la mañana.
Me costó muchísimo, pero era algo que quería hacer. Me metí para aprender. Antes de eso no había usado mucho Logic. No había editado mucho. Siempre iba a estudios, con ingenieros, y les decía qué hacer. No sabía cómo hacerlo, pero tuve que aprender. Me mirabas buscando en YouTube tutoriales. Me gradué (risas). Me encanta hacer eso.
Han pasado 16 años desde el lanzamiento de ‘Still The Unkown’ (2008). Recuerdo que sonaba ‘Amapola’ en la radio. La canción estaba en rotación. Es atemporal tu versión.
¿’Amapola’?
Vos no tenés idea de todo lo que generó.
No (risas). Me impresiona que, de todas para elegir, esa haya sonado en la radio.
Es transversal. Es de esas canciones que tu mamá te enseñó y tiene otro apego.
Esa mi abuelita me la enseñó, sí.
Ese mismo sentir lo estoy percibiendo con ‘Luna de Xelajú’.
Hubo un tiempo en que debatí si era buena idea grabarla. Tengo mi historia con esa canción. La grabé cuando tenía 15 años. La grabé a dueto para un proyecto que mi mamá, Lucy Bonilla, hizo, ‘Guatemala Canta’. Decidió grabar las canciones de todos los departamentos del país y trabajar con distintos artistas para que cantaran su versión. En el 2010, José Wolf, un amigo director, estaba en Los Ángeles y me dijo, ‘mirá, te quiero filmar cantando cualquier canción que querrás’.
No sé por qué la elegí. Fuimos a un parquecito, me filmó cantando, lo subió a YouTube y empezó a tener miles de vistas. En esa época, esa era una canción que nunca la cantaba. Estaba enfocada más en cantar en inglés. Fue antes de haber sacado mi primer disco. Tengo una historia muy larga con esa canción.
Cuando decidí grabarla pensé en Oscar Isaac. Ya habíamos hablado con él, me había dicho que esa canción le encantaba y que era la favorita de su familia. Se dio más natural grabarla a dueto con él. Cuando me invitaron al show de Jimmy Fallon pude haber escogido cualquier otra canción. Sabía que iba a ser algo muy especial con Oscar. Igual en los Grammys. Para mucha gente aquí, en Guatemala, tal vez se sienta como, ‘ay, ya mucho, todo el mundo la canta’.
¿La verdad? Fuera de acá, nadie la conoce. Viajás a cualquier país de Latinoamérica, Estados Unidos, a Europa, y nadie ha escuchado esa canción. ¿Cuando la escuchan? ‘¿Qué es esta preciosidad?’ Es una melodía muy bella la que nos dejó Paco Pérez. Me ha gustado introducirla a nuevas audiencias. Mi idea era poder llevarla y que fuera tan conocida como ‘La Vie en Rose’, como ‘Quizás, Quizás, Quizás’ o ‘La Chica de Ipanema’. Escucho esta canción y es un estándar.
Es un fenómeno que presencié hace más de 16 años y veo que estamos viviendo una experiencia colectiva similar. Me parece que ahora hay un significado diferente.
¡Después de 16 años! (risas) Venía manejando. Tengo mi playlist y no sé por qué razón empezó a sonar ‘Since You Came Along’. Nunca escucho mi música, directo al skip. Pero, por alguna razón, la dejé sonar. Estoy escuchando a otra persona. Ya no canto así, no escribo así. Otra época.
Viví ‘Fuiste Tú’ como el segundo himno. Me parece que ‘Luna de Xelajú’ va a ocupar el tercer lugar. Creo que estás tan alejada de todo que no le dás tanta vuelta ni lo pensás.
Definitivamente, no le doy tanta vuelta a las cosas. Es parte de mi personalidad. Pasan estas cosas, ‘ah, qué lindo que pasó. ¿Qué más?’ Lo agradezco y estoy muy feliz por lo que sigue generando. No me quedo estancada en eso.
¿Cómo te llevás con la idea de tener un Grammy?
Es raro. Todavía no me la creo. Solo me la creo porque ya llegó y lo tengo. Lo puse en mi casa. Cada vez que lo veo me pregunto si realmente pasó. Si no lo tuviera ahí sentiría que fue un sueño (risas).
¿Recordás esa noche? ¿Disociaste? ¿Hay lagunas mentales?
La tengo muy presente, fue de esos momentos que me marcaron. Es una montaña rusa de emociones.
Fundamentalmente, no cambia nada en la manera que abordás el trabajo.
¡Nada! Tampoco cambia nada en tu carrera (risas). Incluso, cantar en Jimmy Fallon o Jimmy Kimmel, que para mí fue increíble, algo que soñaba desde hace muchos años, no cambia nada. No lo veo, al menos. Ahí sigo, echando punta. Sigue siendo mucho el trabajo por hacer.
Ya llevás más de la mitad de tu vida en Los Ángeles. Parte del encanto es que encontraste una comunidad. Sé que tu carrera no la hubieras podido hacer acá porque ese ecosistema no existe.
Es una comunidad distinta, completamente. Sí me costó encontrar mi nicho, mi gente, amigos, músicos con los que he colaborado, con quiénes voy a conciertos. Hay una comunidad de músicos increíbles en Guatemala. Lo veo con Tita, que sigue viviendo acá, y está haciendo cosas increíbles. Ella no ha tenido la oportunidad de salir como me pasó cuando tenía 18 años. Ella, desde su espacio, ha logrado sacar música. Sacó un EP, sigue haciendo música con Bumont. Me ha presentado a otras bandas que están viviendo acá.
Es difícil si lo ves desde afuera. Si estás acá y sos músico, sí podés encontrar tu espacio. Es una comunidad totalmente distinta. En Los Ángeles fui a una academia de música, empecé a conocer a músicos de distintas nacionalidades. Eso te cambia, te inspira. Esa exposición me ha formado como artista en estos últimos 24 años. Qué loco decir esto, es mucho tiempo.
Me costó, no fue de la noche a la mañana. Llegué a finales del 2,000 y hasta el 2,008 pude sacar mi primer disco.
¿De qué viviste en ese tiempo?
Los primeros años tuve muchísima suerte. Fui a Los Ángeles firmada por Warner. Me dieron un adelanto. Me inscribí en esta academia de música, pero el contrato que firmé lo quitaron al mes. Dejaron que me quedara con el dinero, no lo tuve que devolver. Con ese dinero pagué mis estudios, vivienda. Al año siguiente, Tommy Mottola, de Sony, me firma. En esa época era Epic Sony y tenían a Fiona Apple, Macy Grey, Celine Dion, Jennifer López, Shakira. Esto fue en el año 2,002. Me firman a mí, ‘¿qué estoy haciendo acá?’
Ya estaba escribiendo canciones, pero muy distintas de lo que hago. Por eso te digo, jamás verán la luz. En esa época me pusieron a hacer… era una época en donde tenías que hacer lo que la disquera o el productor te estaba diciendo. No tenía ni idea de quién era yo como artista. Todavía lo estaba descifrando. Esa música que estaba sacando era como una mezcla entre Macy Grey y Cheryl Crow. Raro. Me firmaron y me dieron otro adelanto. Al año, Tommy Mottola se fue y quitan el contrato, otra vez. De nuevo, no tuve que devolver el adelanto.
Entonces, esos primeros años viví bien. Luego, una compañía de publishing me firmó. Esto no sucede ahora. Me pagaban mensualmente para que escribiera 7 canciones al año. Esos primeros 5 años estuve muy bien. Me quitaron tres contratos, pero estaba bien. Podía pagar mis estudios para seguir con la visa de estudiante. Me metí a una escuela de actuación para seguir con la visa de estudiante. Cuando se acabó el dinero, alrededor del 2,006, me metí a cantar en bodas.
Canté en bodas desde el 2,006 hasta el 2,009. Lo hice todos los fines de semana, durante tres años, con una banda de 12 personas. Éramos 5 cantantes. En esos años empecé a escribir mi propia música.
Conocí a la gente de Largo, a esos músicos, a David Garza. Eso me cambió, completamente. Empecé a escribir de una manera muy distinta. Todo eso hizo que en el 2,007 grabara mi primer disco. Salió al año siguiente y al mes me llama un amigo, de esta comunidad que te digo, y me dice, ‘Tracy Chapman se va a ir de gira. Te quiere llevar a ti’. Acababa de sacar mi primer disco. Cero promoción, cero radio. Nada de nada. Mi amigo tocaba piano con ella y le enseñó el disco (risas). No sabés lo que ella significa para mí. Cuando empecé a tocar la guitarra, a los 15 años, tocaba sus canciones. Ahí empezó la maquinita.
Has estado en el momento correcto.
Sí, en muchos momentos (risas). Momentos así y luego otros momentos en donde sentía que no avanzaba.
¿En qué etapa de tu carrera estás?
Estoy en una etapa en donde ya tengo completo control de lo que quiero hacer. Nadie me dice qué tengo que hacer. ¿La verdad? Por muchos años, hasta cuando estuve con la disquera de Ricardo Arjona, él siempre me dejaba hacer lo que yo quisiera. Le agradezco eso. Si quiero el otro año tomar un sabático, lo puedo hacer. Estoy bien. Estoy, emocionalmente, estable. Estoy, gracias a Dios, económicamente estable.
Puedo invertir en mis propios proyectos. Ya no necesito de una disquera. Yo puedo y me gusta hacerlo. Me gusta apoyar, por eso me gusta producir a otros artistas.
Si los artistas no tienen el presupuesto, no importa. Estoy en un momento en donde no hago las cosas por dinero. Si me pagan por algo, qué lindo y qué bueno. Estoy en un momento en donde quiero que el arte sea el que triunfe. Si lo puedo hacer, si estoy en mis posibilidades y está en mi capacidad, lo voy a seguir haciendo. Ya no es, ‘solo si me pagan tanto’. Si es algo que realmente quiero hacer y me gusta, lo voy a hacer. Es una posición muy linda estar en esa, el sentir esa completa libertad.
¿No sentís responsabilidad? Ser de las pocas personas que ha salido y que está teniendo una carrera. Alguna parte tuya no dice, ‘bueno, debería de estar buscando cómo jalar talento de acá? Seguir abriendo puertas?’ Hablo de ese peso, que no necesariamente lo ponés vos sino de las expectativas de los demás.
Si veo a alguien, escucho a alguien que realmente esté haciendo algo impresionante y si puedo ser conectora, presentarle a alguien… no tengo esa varita mágica, ‘voy a hacer que todos tus sueños se hagan realidad’. No puedo. En lo que pueda ayudar, lo voy a hacer. Pero, no. No siento ese peso. Me tiene que nacer, tiene que salir desde un lugar muy auténtico y muy honesto.
En The Songbirds son tres cabezas distintas. Erica Canales, que está de gira como vocalista con The Killers, también está en la banda- ¿Cómo fue ese proceso compositivo en conjunto? ¿Cómo es la dinámica?
¡Sí! Erica ya lleva 7 años haciendo eso. Nos conocimos cuando estábamos cantando en esta banda de bodas. Dani, la otra cantante, estaba en la banda. Erica estaba cantando en otra banda del mismo dueño. A ella le conocí en el 2,001 porque ella también fue al instituto de música que fui, iba un año arriba. Es de mis amigas más viejas que tengo en Los Ángeles. Ya éramos muy amigas las tres. Di un concierto y quería cantar una canción de The Boswell Sisters. De hecho, les escuché en Largo. Ahí musicalizan antes de que empiece un concierto. No había Shazam (risas). Decidí cantar una canción de ellas, pero necesitaba tres voces. Les pregunté, a ambas, si querían cantar. Me dieron el sí.
Cuando lo hicimos, ‘¿qué está pasando acá?’ Algo mágico, realmente. Es lo que sucede cuando cantás con tus amigas.
Nos conocemos tan bien que sabemos exactamente cómo hacer que las tres voces funcionen. Al inicio, cantábamos muchos covers. Hasta hace dos años sacamos nuestro disco, ‘Dreamers Dream On’, con canciones originales. Fue el mismo proceso como cuando me junto con otros amigos a escribir canciones. Fue más fácil porque las tres sabíamos qué queríamos. Las canciones se dieron bien muy rápido.
Si estás enfrente de una puerta, tocás el timbre, ¿quién te abre?
¿Quién me abre? Mi abuelita. Murió hace tres años, pero tengo una conexión muy linda. Era muy cercana, ella me enseñó ‘Amapola’. Compartía muchas muchas historias de mi carrera, mi música. Siempre estaba al tanto de lo que estaba haciendo. La extraño. Sería lindo verla otra vez, hablarle de todo lo que está pasando.