En Conversación, Cimafunk
Para Cimafunk, el cuerpo manda. La música lo pide y él se entrega por completo. Afro-Cuban rockstar. Erik Alejandro Rodríguez hace honor a este título en su nuevo material de estudio, ‘Pa’ Tu Cuerpa‘. El dos veces nominado a los Premios Grammy encuentra nuevas maneras de celebrar el funk y las distintas maneras en que este puede tomar forma. En 11 canciones que responden a las experiencias vividas en los últimos años de gira, Cimafunk presenta un disco con una visión global sin perder su esencia.
Charlamos con Cimafunk acerca del cambio de enfoque en el proceso compositivo de su nuevo disco, de cómo prioriza el disfrute en el escenario y en qué está trabajando en los próximos meses.
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¿#AQuéSuena Cimafunk?
Suena a experiencias, sobre todo a cosas reales, vividas. Si voy a clasificar el sonido, a decirte que es más funky, más pop o más soul… es muy difícil porque eso es música afrocubana. Es una mezcla de todo. Ahí está lo dulce, lo ácido, lo amargo y está lo eléctrico. Suena a este proceso de dos años viajando mucho.
Suena a mí, a mis experiencias, a mi forma de ver estos últimos años, a lo que he estado, los países que he visitado, las cosas que he comido, la gente que he conocido, las situaciones que he tenido, las conclusiones a las que he llegado.
Te vi en Isle of Light en el 2022. Increíble el nivel de energía a esa hora y ese calor. Salís decidido a ganarte a la audiencia y tenés una banda que sabe lo que tiene que hacer.
Sí, gozarlo. Al final, cuando me subo, cuando el audio está bueno, las condiciones están. El aura está. Lo hago para gozarlo yo. Inevitablemente, el público es secundario. Trato de priorizarme, priorizar a la banda y cómo nos sentimos allí arriba. Priorizar cómo ser algo, cómo pasar un momento rico arriba. El público cuando ve eso forma parte de, el party es más grande todavía. El motor inicial de esto es sentirse bien en el stage, de lo contrario no se puede hacer toda la vida.
¿Cuándo decidís que esa tiene que ser la manera en que te presentás ante una audiencia? La manera en que ponés el cuerpo, decidís utilizar pantalones acampanados. Hay un commitment.
No lo calculé, al principio. Antes de ponerme a hacer música andaba así en mi ciudad natal, Pinar del Río. No tenía ropa. Tenía un socio que era hippie y trovador. Él tenía pantalones, me regaló tres y eran de campana. De pronto, andaba en campana. Me cuadró. Era campana, chancletas, y el cabello así. Parecía un haitiano, todo el mundo la gente me confundía con un angolano, con extranjeros porque nadie se vestía así.
Simplemente, seguí poniéndome eso para la vida diaria. Cuando empecé a halcer la pincha, entonces hablé con una amiga diseñadora. Empezamos a diseñar la ropa, los módulos, concientizando esa parte cubana. Traía un afro, los colores, también esa cosa de Manhattan, y los campana que es funky para abajo. Ya nos centramos en buscar un concepto visual con la pinta mía y eso fue el inicio de toda la visualidad.
Se traduce al performance. Hay algo que ocupa el personaje, el salir y defenderlo.
Es un todo porque soy yo y estoy cómodo así. Es lo mismo que uno, hace lo mismo que uno es, pero gradeado. Es lo que venía experimentando, en otro momento, que era parte de mi diario. Lo que hice fue meterle a eso factura (risas).
Dialogás con lo atemporal del funk. La música que haces tiene referencias muy claras de artistas que entienden que el cuerpo dictamina, sobre eso. Hablo de los Ohio Players, Earth, Wind & Fire, Chucho Valdés, la lista sigue. Si comparás tu primer disco con este último, ¿qué ha cambiado en tu proceso compositivo? ¿Qué ha cambiado en la manera en que armás un disco?
Lo que más siento que ha sido el paso evolutivo es el desprendimiento de las reglas. Aprendí mucho con Alfredo González, el productor de ‘Dime’. Hicimos muchas sesiones, muchas canciones. En Atlanta pasé un tiempo, desde la mañana hasta la noche, en el estudio. Eso hizo que todo cambiara ahí y que me diera más perspectiva a las cosas. Es un productor que estudió en Berklee, tiene un conocimiento muy amplio.
Con Alfredo entendí bastante la cosa de jugar más con la producción y no preocuparme tanto por lo que estaba bien y lo que estaba mal. Esto es para gozar.
Ese ha sido el challenge y el proceso evolutivo. Cada vez siento que lo hago más enajenado de buscar un resultado, lo hago más conectado con lo que la canción quiere y con lo que los invitados están transmitiendo. Estoy más conectado con lo que me transmite esa vibra cuando escucho una parte, una estructura, un coro, un precoro. Es muy divertido el proceso de crear cuando uno se lo toma así.
En este disco, el deseo lo abordás de diferentes maneras. Abandonás esas reglas, empezás a jugar con los tempos. ‘Dime’ es un buen ejemplo de cómo bajar revoluciones.
Exacto. ‘Dime’ tiene esa textura rica, es un bajón, es un soul. La producción es de Alfredo. Es lo que te digo, me ha ayudado mucho a salir del plato. Tiene ese tipo de flow más suave, decayendo un poco, mucho más relajado y eso me encanta porque es algo que quería probar hace tiempo.
Para el vivo hace sentido tener ese respiro.
Total. Siempre es rico. Me cuesta trabajo controlar en el vivo y bajarle. Es una canción perfecta para eso.
Estás girando desde hace varios años, no hay un parón. Sé que producís música entre giras. ¿Cuándo decidís que tenés que hacer un disco?
Es muy loco. ‘El Alimento’ sí fue planificado. Paré, estuve meses trabajando con sesiones, con un productor, con un orden. Estuve un tiempo sin hacer conciertos; fueron varios meses, de hecho. Este disco salió en las giras, salió en la calle. Casi todos los temas son experiencias de la gira, experiencias de cosas que escuché, momentos que viví.
Ese proceso me gustó mucho de este disco. Estábamos en España y ahí salió una de las canciones. Fui a Atlanta y salió otra canción. No estaba pensado que iba a hacer un disco, simplemente eran canciones que estaba haciendo todo el tiempo. De pronto fue como, ‘bueno, debería de lanzar un disco, tengo un montón de canciones ahí y otras que están para empezar. Déjame hacer una selección y ya’. Las canciones salieron en sus lugares.
Hubiera pensado que les hubieras nombrado, en paréntesis, el nombre de la ciudad.
Sí, también. A veces, ese es el nombre del proyecto. Cuando son tantos, lo que hago es poner la fecha y la ciudad en donde estoy. Eso me hace recordar el momento y la idea.
Qué hermoso decir que estás haciendo canciones por todo el mundo.
Está rico. Yo tengo suerte con eso, soy afortunado.
¿Cómo normalizás que George Clinton aparezca en dos de tus discos? Me refiero, dialogar de tú a tú con personas que marcaron tu vida.
Está perfecto. Ahora es mucho más relajado de mi parte. Somos seres humanos y tenemos un amor en común: el groove. Es una gran alegría cuando hay un tiempito que coincidimos en algún lado. Siempre es un rato agradable. Con Chucho Valdés también. Siempre que aparece, ya sea que compartamos el stage o simplemente ir a verlo tocar y hablar después se siente relajado. Se siente muy rico porque son los tipos, los profes y son gente suave, dulce y alegre. Entonces, siempre que uno se acerca, uno se alimenta de lo que nos hace falta para seguir haciendo esto.
Estamos en agosto del 2024, nuevo disco. Tenés una gira extensa por delante e imagino que más música. ¿Qué te emociona?
La música. Hacer canciones y compartirlas. Ahora mismo, lo que ha pasado con ‘Pa’Tu Cuerpa’, las canciones, las colaboraciones, lo que está pasando con ‘Catalina’ en Colombia, con ‘Dime’ también. Ese tipo de sensación me gusta mucho. Quiero hacerlo más, quiero sacar más música, y seguir experimentando.
¿Hasta qué punto puedes volverte loco creando? ¿Hasta qué punto tú puedes vaciarte creando sin ningún tipo de susto?
Toda la parte visual que se está formando me interesa. El año que viene quiero descargarle mucho a eso. Muchas cosas, pero todo rico. Me encanta eso porque la cosa de mantenerse creando siempre. Ese es el challenge número uno. La felicidad que tiene esto, mantenerme haciendo canciones.
Si estás enfrente de una puerta, tocás el timbre, ¿quién te abre?
Una tía, una prima, un familiar.