Punisher de Phoebe Bridgers, un tributo a Elliott Smith
El 21 de octubre de 2003, el cantautor Elliott Smith, fue hallado muerto, con un chuchillo clavado en el pecho y una nota que decía: “Lo siento tanto-amor, Elliott. Dios me perdone”. Un momento trágico para la música, sus fans y seguidores. Siempre que muere una o un artista pienso en el “qué hubiera sido”, sin embargo, afortunadamente, también existen los legados. Y un fuerte y claro legado de Elliott es: Punisher de Phoebe Bridgers.
Punisher es el segundo álbum de estudio de Phoebe, lanzado un día antes de lo esperado, el 18 de junio de este año. Está compuesto de 11 pistas, escritas en su mayoría en el tour de Alps, bajo Dead Oceans. En el disco colaboran grandes artistas como: Julien Baker, Lucy Dacus y Conor Oberst entre otros.

Como lo mencionaba antes, Phoebe es sin duda el mayor legado que hay de Elliot, por la forma de escribir y cantar. Punisher, y sobre todo la canción homónima, es nombrada así a forma de tributo para él, ya que Phoebe imagina tener una posible conversación fallida con él, porque supone de antemano que los temas que tocaría, no serían de interés para Elliot, y ella, de la emoción, no se daría cuenta. Por eso se autodenomina así: punisher, que en un contexto más actual y coloquial, es una persona que insiste sobre un tema de poco interés para el resto. Aunque de cierta manera, pienso que también es una forma de auto-castigo para ella, por las malas experiencias que ha tenido con algunos fans, porque admite que no ha sido lo suficientemente amable, prueba de ello es cuando, en la misma canción, dice: I swear I’m not angry, that’s just my face”.
El álbum en sí, es una introspección a su pasado, del lugar donde creció y amores juveniles. Pero también tiene un ambiente apocalíptico. Comienza con la intro: DVD Menu, y le sigue: Garden Song, un sueño que tuvo donde insinúa matar a un vecino skinhead y lo entierra en un jardín, y mientras reflexiona sobre su pasado y futuro, todo crece en él. Más recientemente, en Twitter, le confesó a un fan que sí lo mata.
Luego está Kyoto, quizá la canción más famosa hasta ahora, y también la más movida, como lo dice a un principio, fue escrita durante el tour en Japón, es una charla con su padre y su problema con la adicción al alcohol. De cierta forma le dice que lo odia por lo que le ha hecho, pero también lo ama.
Y termina con la canción más bonita del disco: I Know the end. Aunque para entenderla mejor, recomiendo ver su video, porque hace un balance perfecto con sus metáforas. A través de una analogía del Mago de Oz, imagina estar en su casa con una vida tranquila, pero se transporta a una realidad apocalíptica. Mientras que en el video, se muestra ella en pasado, presente y futuro, nos da a entender que quizá tiene un secreto que ya no quiere esconder o solo quiere madurar, también muestra que aceptó la muerte, al hacer las pases con su “yo” del futuro.
Siempre fiel a su estilo: emo-folk, de confesiones de diario y baladas lentas, nos dio un álbum que aparenta ser deprimente, por la nostalgia, la situación mundial donde el fin se siente cerca, pero también es bastante esperanzador. No cabe duda que Phoebe Bridgers es de lxs mejores cantautorxs de la actualidad, y solo basta con darle una escuchada para entender el porqué.