Gutty Es Inagotable
El detrás de escena me llama. Quiero entender cómo hacer para que las cosas pasen. Es esta parte que no tiene el glamour que tanto se busca es algo que me interesa. Hablo desde la idealización de una industria tan apetecible. Claro, Guatemala carece de esto. He ahí el porqué no encuentro las respuestas que tanto busco.
Constantemente me pregunto si estamos tan lejos de tener una nueva fuente de generación de empleos porque nos han vendido esta falsa idea de éxito. Pareciera ser que todo viene en corto plazo ahora. ¿Encontramos el atractivo, meramente, por la posibilidad de generar resultados en poco tiempo? ¿Acaso el lenguaje que se percibe en redes es el mismo que se vive en el día a día?
Esta era de falsas expectativas nos ha jugado una mala pasada. Es como si nos gustara más la idea del personaje que vivir lo que conlleva la construcción. Al no llegar esto ni ser tangible o tan escalable como supone que sea, se abandona. Hay un apetito por el spotlight. Se percibe, fácilmente. No toma mucho tiempo el ver comportamiento errático que tan abierta mente se comparte. Esta vida digital, poco creíble, con el fin único de conseguir la aprobación de terceros. Tiempos difíciles los que están por venir.
Esta podría ser una explicación por la cuál seguimos sin empezar a unir las piezas. No existe una escena independiente que se haga el cross para crear comunidad. Información incompleta. Instituciones ineficientes y desinteresadas. Parece la receta para que esto siga sin concretarse. Quejas muchas, justificaciones varias, pero poco trabajo. A lo mejor la necesidad que tenemos de salir de este encierro y poder convivir nos lleve a gestar un movimiento que trascienda generaciones.
Mientras más veo, más escucho, más leo acerca de la industria musical en Latinoamérica, más me asombra la cantidad de personas que están moviendo los hilos detrás. Más impresionante aún, el número de mujeres tomando decisiones importantes. Mujeres decidiendo. Mujeres abriendo puertas. Mujeres creando espacios de trabajo seguros. Mucho camino por recorrer todavía, pero las cosas están cambiando. No hay vuelta atrás.
Juan Manuel Pairone lo expuso mejor que yo. En pleno 2021, ser mujer en una industria que predica la inclusión aún se lee como proeza. Lo es, en realidad. ¿Cómo normalizar esto? Parece necesario crear espacios de conversación en donde se pueda explorar el diario vivir.
La figura del manager se está haciendo mucho más visible para el espectador. Creo indispensable dar un espacio, visibilidad a las personas que se encargan de propiciar oportunidades. ¿Cómo no reconocer a la persona responsable de gestionar relaciones? Lo hemos hablado ya, a lo mejor lo que la industria necesita son más managers, abogadas, visionarias. Imposible pensar que los grandes proyectos lleguen a ese anhelado lugar sin gente que tenga visión y ganas de darle la vuelta a lo que no conocen.
Agustina Ruiz Teira es esa persona. Su reputación le precede. No es casualidad que esté trabajando con cuatro de los y las artistas más importantes en Argentina hoy en día. Como si fuera poco, también hace prensa para actos que están trascendiendo el continente.
Parece inalcanzable llegar a hacer lo que ella hace. Lo habla con tal naturalidad que no se puede creer. Diez años de carrera no son cualquier cosa, y apenas arranca. Inició, por casualidad, haciendo prensa. Sin experiencia alguna, Gutty empezó en medios y aprendió desde cero. Le divertía lo que hacía y esa curiosidad le permitió crecer en el trabajo. Ella dice que pegó buena onda con quienes trabajaba. Yo le creo todo.
Ha trabajado para las agencias más importantes de Argentina; sido jefa de prensa de productoras de eventos internacionales, le trabajó prensa a más de 15 actos en simultáneo. Entendió que su momento había llegado y decidió abrirse para ser independiente. Difícil decisión, pero le ha ido mejor así.
Ella conoce el negocio. Un ticket es plata. Estuvo con muchas bandas en desarrollo y entiende que hay que apostarle al largo plazo. Es todo trabajo de hormiga, no importa la proyección que puedan tener. Sabe que existe esta noción errónea de la inmediatez. Ella celebra los pequeños logros. Pequeño es relativo porque trabaja con artistas recién nominados al Grammy.
Le queda claro que está trabajando con voces, ideas, identidades y personalidades diferentes. Se maneja acorde a lo que el papel le requiera. Le gusta lo que hace y se nota. Esta capacidad de ajuste ha hecho que trascienda y sea una de las referentes en su industria.
En una extensa charla, Gutty nos platica más acerca de lo que hace, sus inicios, aprendizajes que ha ganado con el paso de los años, el día a día y lo que viene.
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De vos hay poco o nada en internet. Está el artículo que hizo La Voz y otro par.
Está lo de La Voz y algo de Noisey o Vice.
Me interesa esta parte no glamourosa. Vivimos en esta época en donde se venera a la celebridad, se cree que el artista es el completo responsable de lo que pasa.
Un poco sí y no. Pero, sí. Entiendo tu punto. Los artistas son los responsables. Yo no voy con un artista y le digo, ‘tenés que hacer esta canción’. A lo sumo, cuando la termina me la muestra y le diré si me gusta o no, si la siento como single; en el arte, no me meto.
Quiero hablar de esos primeros años en comunicación. ¿Por qué te decidís por esta línea? ¿Cuál era el appeal?
Buscando trabajo, yo caí, muy de casualidad, en una agencia que hacía prensa llamada .Tiff. Yo tenía 21 ó 22 años. Sabía que quería estudiar comunicación, sabía que quería hacer algo relacionado con la comunicación. No tenía la menor idea de cómo hacer prensa. Eso fue lo que empecé a hacer. Caí ahí por una página web que se llama Adlatina. ‘Buscamos asistente,’ leí. Bueno, fui. Mandé mi currículum.
En la agencia ellas hacían teatro, cine, música, entonces ahí aprendí cómo hacer prensa, de cualquier producto. Trabajamos con marcas también. Aprendí a hacer prensa desde un producto como un desodorante hasta una obra de teatro. Me decidí por la música. Tuve mucha suerte porque en esta agencia trabajaban con unas productoras muy grandes de acá: Time For Fun, Ozono, Fenix y de esta ultima terminé trabajando como Jefa de Prensa por tres años, hasta que me fui a DF Entertainment por unos dos años más.
Decidí abrirme por mi cuenta, y comenzar una carrera más independiente y no de relación de dependencia. Pasé de ser jefa de prensa de una productora que hacía shows internacionales a empezar a trabajar con bandas locales.
Una cosa llevó a la otra y de repente me vi envuelta dentro de una nueva camada de artistas que fueron apareciendo en Argentina: Perras On The Beach, LOUTA, Bandalos Chinos, Luca Bocci, Telescopios, Barbi Recanati, etc. De las, por decir un número, quince bandas que estaban creciendo y pisando fuerte en la escena, yo trabajaba con doce. Era una locura. Y un empecé a gustar más por el lado del management; siempre me gustó la producción.
Hice cosas de producción, sobre todo cuando me fui de mi último trabajo. Agarraba trabajos de lo que sea, producción, prensa, cualquier cosa relacionada a esta industria.
En el 2018 empecé a trabajar con El Zar, ya como manager de ellos. Al ratito empecé con Barbi y así se fue sumando hasta hoy que estoy trabajando con Sara Hebe, Simón Saieg, el cantante de Perras On The Beach, Bandalos Chinos y Barbi Recanati. Sigo haciendo prensa igual, lo mantengo.
Barbi Recanati y Gutty. Foto proporcionada por Gutty.
Te metés a una industria que está idealizada. ¿Fue lo que pensaste que sería? ¿Tuviste desencantos?
¿Desencantos? Todo el tiempo. De hecho, mi frase es, ‘¿por qué no estudié una carrera universitaria de arquitectura? ¿Por qué me metí acá?’ Fue casualidad. Cuando entré a la agencia de prensa, no sabía que existía ese trabajo. La explicación más lógica que me dieron fue, ‘agarrá el suplemento de espectáculos en el diario, y todo esto que ves, estas noticias, alguien lo brinda. Nosotros somos las personas que brindamos esa información’.
Después está en cada uno en tener mejores espacios. Es negociar todo el tiempo, constantemente, sin dinero.
El artista es tu capital y tenés que lograr que el medio te dé la mayor cantidad de espacio gratis.
Fue todo coincidencia. Me gustaba. Yo había estudiado producción de radio también, estaba estudiando la carrera de comunicación en ese momento. En paralelo, había hecho un terciario en radio. Me encantaba la radio, pero sabía que no era algo que a mí me iba a convencer de decir, ‘che, quiero vivir toda mi vida de esto’. Por lo menos, en este momento de mi vida, yo veía que todos los locutores tenían muchos trabajos, no solamente en un programa.
De repente me encontré en el otro lado del mostrador; trabajando en prensa, también sos productor. Yo creo que el buen prensa es que ofrece directamente ya todo cerrado al periodista: que ya va con una idea, enfoque de nota, le vende ya el gancho para que solamente tenga que sentarse y escribir, armar un vídeo o lo que sea.
Creo que me fui un poco por las ramas.
Para nada. Es de esta cotidianidad de la que nadie te habla. ¿Qué te llevás de esos años dedicados completamente a la prensa?
Que vi muchos shows (risas). Conocí a un montón de gente de todas partes del mundo, viajé mucho. Me gusta lo que hago. Cuando se podía, decidía hacer mis viajes de vacaciones alrededor de festivales como para seguir conectada, de cierta manera. He ido dos veces al Primavera Sound, Vive Latino, a un montón de shows. Era armar mi viaje alrededor de eso y conocer lo que el país o lugar ofrece para el turismo.
Es un trabajo muy de relaciones públicas también. A mí, en lo personal, me gusta. Soy bastante amiguera. Ahora con la pandemia bajé bastante eso, pero antes, yo nunca comía en mi casa, todos los días afuera. Si no estaba en un evento, estaba comiendo con alguien. Vivo en barrio en donde pasa todo.
Estoy a dos cuadras de Niceto, un lugar en donde pasa una camada de artistas, que cuando llegan por ahí es de, ‘ah, llegaste, te consagraste’. Me pasaba esto, ‘hey, estamos acá en Niceto, venite’. Bueno, estoy a una cuadra, bajo y llego. Ahora, con la pandemia, no pasa esto. Un poco lo agradezco porque estaba un poco cansada de salir, de ver tanta gente. Tomás un poco de consciencia y decís, ‘bueno, esta reunión de tres horas la resolvemos con una llamadita por Skype’.
Esto quería saber, qué tan social eras.
Re. Desde chica siempre tuve distintos grupos de amigos. Tengo amigas de toda la vida que me terminé haciendo amiga de sus amigas, lo mismo ellas. Soy sociable, y creo que este rubro si no sos sociable, ya sea prensa o manager, de las dos maneras lo tenés que ser. Te tenés que relacionar con las personas. Todo es contactos y relaciones.
Si vos te llevás mal con el programador de un lugar: por más que tengas el artista del momento, te va a costar llegar, que te atienda o por ahí vas a tener un arreglo que no te beneficia. Siento que siendo buena onda y amigable uno puede conseguir muchos mejores resultados que no siéndolo. Tenés que ser sociable y tener contacto con gente, todo el tiempo. A veces me abruma. A veces tengo ganas de estar en mi casa.
Me pasó un poco eso con la pandemia. No era tan necesario salir a la calle todos los días, no era tan necesario ir a todos los eventos. Un poco me pasó ahora. En Argentina hicieron una apertura en el verano. Salimos a tocar, armamos eventos, presentación de disco con amigos, y un par traté de no ir porque no tenía ganas. Hay pandemia. Mirá si justo voy y el que saludo está enfermo y me termino enfermando. Me pasó un poco eso de bajar y no estar tan presente, pero antes de la pandemia no había fin de semana que me quedara en mi casa. Tenía que pasar algo muy raro para que me quedara en casa.
Te demanda mucha energía.
Sí, más allá de los shows. Si yo no tenía nada propio, producción propia o una gira, era muy difícil que me quedara en casa porque algún amigo tocaba. Mi novio también trabaja en esto, era de, ‘tiene un show, le acompaño y así le veo’.
Llevás trabajando en prensa y medios más de 10 años. Creo que esta transición al management era algo natural.
Re, re, sí.
Mi pregunta inicial era si este era el plan, pero me queda claro que no. Creo que fue consecuencia de ver el entorno y entender qué se necesita.
Sí, fue todo: entender en dónde estaba parada yo, qué quería hacer con mi vida. Llegó un momento que para mí, hacer prensa, era tener un techo. Laburé con cuanto artista te imagines. Trabajé a nivel nacional, hice todos los medios, desde el más grande hasta el más chico. Internacional, también. Llegó un momento en donde dije que hasta acá.
Cuando arrancamos, yo me acuerdo que hacer un clipping era juntar un montón de archivos, leer el diario, buscar en la revista que me dijo que lo iba a sacar, ir al kiosko y comprarlas. Escanear, ¿me entendés? La foto no quedaba bien. Hoy por hoy, analizando el mercado, diciendo, ‘bueno, vamos a hacer un plan de comunicación, ¿qué medios realmente nos sirven? Este, este, este, estos cuatro influencers, estas tres vídeo reacciones’. El juego cambió y no me llama adaptarme a ese juego. Prefiero que lo haga otro.
Me parece que está bárbaro, que hice un montón de cosas, pero ya me aburrí. ¿Volver a hacer una gacetilla? Pensar en un plan de prensa no me motiva como antes. En el management encontré un poco de todo; fui viendo, con el paso de los años, que muchos grandes managers vienen de la comunicación. Hay muchos promotores que conozco, managers, porque casi todos trabajaron conmigo. Y si no fue así, tenemos buena onda. Creo que sí, fue un camino natural, el terminar acá. Nunca fue mi intención estar ahí. De hecho, hay muchas cosas que aún estoy aprendiendo. Le llamo a colegas, todo el tiempo, ‘¿che, te puedo llamar? Tengo una duda’. Por suerte tengo eso.
¿Cómo fue dar ese paso? ¿Vos hiciste el primer acercamiento a los artistas o viceversa?
Solo me ofrecí con El Zar, que fue la primera banda con la que tenía otro rol. Yo estaba siendo jefa de prensa de ellos y me encontré atrapada en un momento porque no tenían un plan de desarrollo. No tenían nadie que los ayude. Todos los meses me pagaban, pero era de ‘chicos, me están pagando sin sentido’. Si no saben cuándo van a tocar, si no saben cuándo van a sacar un single, busquémosle la forma de armar. Yo estoy para ayudarlos, ver de qué manera puedo aportar, de mi lado, con mis contactos y mi conocimiento para que esto crezca. Ahí arranqué con ellos.
Al año, Barbi estaba en su punto de transición entre su banda pasada. En el 2019, primero me pidió que fuera su personal manager. Después ya, directamente, ‘con mi manager no voy a trabajar más, y me gustaría que vos lo seas’. Vamos para adelante con la carrera de Barbi como solista. Pasaron un montón de cosas en el medio. Después, sí, el resto me fue buscando.
Con Bandalos se dio de una manera mucho más natural. Yo con ellos laburo hace casi cinco años y siempre fue, desde mi lado, aportar ideas, opinar y meterme en áreas en donde no eran prensa, exclusivamente. Yo me he ido de viaje con ellos, de gira, y los he ayudado a producir ahí. He atendido el puesto de merch, la boletería, hice de todo para ellos. Pasó que, en el 2019, cambiaron de management y justo vino la pandemia. Estuvimos todo el 2020 reacomodando. Este año fue de, ‘che, ya estás haciendo este trabajo, pongámosle la oficialidad’. Está bueno. Estoy con un montón de desafíos. Es la banda más grande que tengo, es una de las más grandes de Argentina en este momento. No es una banda tan chica, hay otros problemas, pero está bárbaro. Yo estoy aprendiendo.
Trabajás con identidades muy distintas. ¿Cómo definís tu rol con cada quién? ¿Hasta donde te permite llegar cada quién?
Hasta donde me permiten, sí. Son todos artistas tan diferentes, se pueden hacer cosas muy diferentes y está divertido. Con Barbi tengo una relación que con Sara no la tengo. Sara es mucho más independiente, es más guerrera, ‘dale, vamos a pegar pancartas en la calle’. Barbi no hace eso. Barbi en este momento no quiere tocar, y Sara todo lo contrario. También desde los lugares, a donde voy con una no voy con otra. Si bien ellas dos tienen un perfil similar, los caminos artísticos van por otro lado. En el fondo, las dos son mujeres en una industria machista, hablando de feminismo a su manera, uno por ahí más combatiente y metiéndose con temas políticos, y la otra con otros temas políticos.
Está bueno eso. Lo que hago con Bandalos no lo hago con ninguna otra banda. El presupuesto que tenemos con ellos no es el presupuesto que tenemos con otra de las bandas, entonces todo cambia. Con Bandalos hicimos un streaming que salió una fortuna y nos fue increíble. Estuvo bárbaro. Con Barbi ni siquiera nos planteamos la idea de hacer uno. Cada artista está en su momento, con sus ganas. Es totalmente diferente, y con cada uno aprendo diferentes cosas.
Y que venís a cumplir un rol maternal también. Qué difícil lidiar con que cumplan horarios, cumplan con el PR.
Por suerte, son todos responsables. Tengo equipos de trabajo muy buenos. Bandalos ya está está aceitado y nuestro equipo es un montón. Cuando nos vamos de gira somos casi veinte personas.
Si les quisiera traer aquí, es una fortuna.
Sí (risas). Podemos hacer un show reducido de diez. Igual, diez pasajes es un montón. Ese es mi gran desafío con ellos: ¿cómo llegar a la internacionalidad sin perder plata?
No hay una guía que me diga cómo y qué debería de hacer un mánager en Latinoamérica.
Si tuviese esa respuesta, no sé si te estaría hablando desde mi casa. Estaría con una playa de fondo diciéndote la respuesta. Creo que en este momento, sobre todo, cada país está viviendo su realidad. Nosotros con Bandalos tenemos un equipo en México. Tuvimos todo el año en constante comunicación con ellos. Lo que pasaba acá era totalmente diferente a lo que pasaba allá. Sigue siendo así.
Acá, hasta dos semanas atrás, se podían hacer shows para dos mil personas. En México no hay shows, Chile lo mismo. Con Chile hicimos la retransmisión exclusiva. Esa fue idea de un productor chileno que me dijo, ‘quiero traerlos, hacer esto’. Dale para adelante. Ahora lo replicamos en México y Estados Unidos. Fue de, ‘no tenemos nada que perder, no hay riesgos. Hagámoslo’. Es una manera que los chicos estén presentes ahí, un lugar al cual nunca fueron.
¿Qué te preocupaba más al principio de esta nueva etapa? ¿Cómo ofrezco algo y no lo puedo cumplir?
Miedo siempre tengo, de todo. No importa lo que haga. Los miedos están y si no tenés miedo, no te corre la sangre por el cuerpo. ¿Estás muy analizado y tenés el ego muy arriba? Te felicito si te pasa eso. Fui viendo qué hacen mis colegas, en ciertas cosas, ciertas situaciones. Un poco que los circuitos están armados. Sabés que una banda que llega a Niceto es de, ‘¡qué bueno, cortaste mil tickets!’ Tocar en ciertos festivales también.
En aquél entonces, pre pandemia, había un par de hitos, En el caso de Barbi, que venía de un palo diferente fue eso de decir, ‘me gustaría que toques en el Buena Vibra, que la gente que va a ver a Bandalos le vea a ella’. Lo que hicimos con Barbi fue la apertura de un show de Bandalos en Niceto. Ella acababa de lanzar su EP, tenía cuatro canciones nada más. Yo trabajaba la comunicación con ellos. Les pedí si podíamos meterle, y me pareció bárbaro.
Gente de otro palo, completamente; gente que no te escucharía nunca te escuchó. Eso me parece que está bueno. Cada banda tiene su objetivo. Barbi es una persona que tiene muy claro qué es lo que quiere y hacia dónde quiere ir. Más que decirle qué hacer, soy una acompañante en su camino.
Tenés el trabajo ideal. Estás con gente que la tiene muy clara.
Yo sé que soy una suertuda. Yo tengo mi carácter, soy muy brava, mucho mal humor. Mis artistas ya me conocen. Sobre todo Barbi y Bandalos porque llevamos mucho tiempo juntos. Con Barbi, yo era jefa de prensa con su primera banda, Utopians. Le conocí por unos amigos en común. Alquilaba su casa. Tenía un departamento y era su inquilina. Yo buscaba departamento y ella jefa de prensa, hicimos canje. Así la empecé a conocer.
Siendo dos mujeres, empezamos a generar una relación más allá de lo laboral. Con Bandalo nos conocemos hace más de cinco años. Hemos pasado muchas cosas. Me han visto llorar, reír, de mal humor, en cualquier situación. Vivimos mucho viajando. Cuando ellos fueron a México la última vez, que hicieron el show en El Lunario, uno de los shows más importante para ellos, yo estaba ahí. Tuve esa suerte. Fue muy loco poder estar en ese día, en ese momento, en un lugar tan lejos de nuestras casas y decir, ‘estoy acá con ustedes’.
Eso fue casualidad porque estábamos con El Zar de gira. Decidimos irnos de gira, y los chicos de Bandalos nos abrieron las puertas. Fuimos teloneros en los dos shows. Tengo mucha suerte porque trabajo con artistas muy copados que saben lo que quieren. Simón es un crack. Está armando un proyecto que cuando me lo mostró fue de, ‘ah, estás loco’. Lo artístico él ya lo tiene armado. Ahí yo solamente me limito a conseguir el dinero, veamos quién puede hacer de discográfica, buscar sponsors. Simplemente es eso, es de ver cómo nos organizamos, a dónde vamos, con quién nos juntamos.
Con una carga de trabajo como esta, ¿a qué le decís que sí?
Cuando estaba en prensa, ya estaba saturada porque llegué a tener 17 bandas al mismo tiempo. Era mucho. Auto competía conmigo misma. Era de, ‘¿qué banda ofrezco, esta o esta? ¿A qué shows voy?’ Me pasó eso y llegó un momento en donde no tuve más tiempo. Con el management, creo que con cuatro está bien. Es un montón. De hecho, creo que la pandemia me ayudó.
Si no hubiese esto y estuviéramos en un año normal, no sé si tendría cuatro artistas porque es un montón y no podría dedicarle a todos el tiempo que necesitan. No tengo un equipo, yo trabajo sola. ‘No voy a las giras yo, pero te mando a mi asistente, a mi socia, a alguien que confío’. Así con todo. Creo que, hoy por hoy, estoy diciendo que no porque ya tengo un montón de cosas. Creo que es un poco eso, de conocer a la otra persona, que me interese el proyecto por algo. Que me interese por lo que sea, porque me gusta la música, me caen bien, veo que por ahí con ellos podemos llegar a tocar en Guatemala porque es un estilo de música que allá pega. Bueno, olvidémonos de Argentina y vamos a pensar en Guatemala.
En este momento estoy trabajando con cuatro artistas de los cuales, salvo Sara, que no la conocía, a los otros los conozco de hace mucho; he vivido muchas cosas, entonces va más allá de la relación laboral. Me gusta lo que hacen, no podría trabajar con alguien que no me guste. A menos que venga alguien que tenga muchas plays y se puedan hacer muchos negocios.
En definitiva, esto es un negocio y uno necesita dinero para vivir. No nos olvidemos. Trabajamos en cultura, es todo muy lindo, pero uno necesita de qué vivir.
Yo trato de elegir proyectos que me interesen artísticamente, que me nutran de algo, que yo pueda aprender y crecer con ellos. A Simón lo conozco desde que apareció en la escena. Yo fui su prensa durante todos estos años. Cuando se me acercó a ofrecer este puesto, yo lo primero que pensé fue que me iba a preguntar a mí, ‘¿qué onda tal persona para tal rol?’ Creí que venía a mí por el consejo, y cuando me preguntó si quería trabajar con él fue un orgullo. Ni yo me la creo todavía de que soy manager y vos ya estás comprando esto. Estuvo bárbaro.
Y también hacés PR para otros proyectos grandes. Lo de WOS me parece más que interesante, el paquete completo.
Es enorme. WOS tiene una comunicación un poco menos convencional, no da muchas notas, entonces lo trabajamos desde otro lado.
Sos un hub.
Sí, y me pasó algo: me puse de moda. No sé cómo explicarlo. Soy consciente. Haber sido la Jefa de Prensa de Lollapalooza me dio una exposición muy zarpada en la industria. Creo que hice un buen trabajo. Traté de atender a todos bien, siempre. Creo que me benefició cuando quise ser independiente porque los periodistas me seguían atendiendo el teléfono. Generé una relación de amistad con el otro. También creo que soy consciente de lo que estoy ofreciendo y a quién. No es que llamo a Rolling Stone y ofrezco a la banda chica y pido la tapa.
Es eso, es hacer un trabajo más de desarrollo. Lo veo mucho con Bandalos; con ellos arranqué trabajando antes de que sacaran ‘BACH’. Hicimos un laburo de hormiga, increíble. De estar ofreciendo, ‘escuchá a esta banda, escuchá a esta banda’.
Si te hubieras propuesto, desde el inicio, hacer esto, tal vez no se hubiera dado tan de cajón.
Total. Nunca me propuse estar trabajando en donde estoy trabajando. De chica no sabía qué quería hacer. Me gustaba la comunicación, la radio, pero no era por ahí. Caí de casualidad en donde caí y fui aprendiendo todo, descubriendo un mundo. La producción me encanta, me encanta ser booker. Una cosa siempre va ligada a otra. Un manager empieza siendo booker hasta que la banda crece y pueden dividir bien el trabajo entre un booker y un manager.
¿Qué se necesita para llegar a vivir de esto que hacés? ¿Qué le dirías a alguien que quiere hacer esto?
Que estudie una carrera universitaria (risas). Que lo intente, que no se frustre.
Si es mujer, que lo intente dos veces más porque se va a cruzar con un montón de tarados en el camino. Que no se preocupe, que todo se hace.
En definitiva, hacemos cultura. Siempre jodo con eso, hacemos boludina nosotros. No podemos estresarnos. Hay gente que está tratando de encontrar una vacuna para frenar una pandemia. ¿Por qué te vas a estresar porque te dieron de baja un show? Sí es algo que, obviamente, es muy frustrante por momentos. Sobre todo, en este momento que estamos pasando, donde no sabés qué va a pasar.
No importa el rubro, no se esperaba que esto sucediera. Nadie estaba acostumbrado a frenar, nuevos protocolos, hacer shows pequeños, el streaming, a acostumbrar al público a pagar por el streaming. Acá, en Argentina, pasaron un montón de cosas a nivel cultura, por lo menos desde que yo tengo consciencia y uso de razón. Antes se solía decir, ‘el show arranca a las 9 PM y el artista subía tres horas después’. Eso era muy común. De repente, eso fue modificándose. Ahora dicen 9 PM, a las 9:15 PM arranca.
Se fue acostumbrando al público a diferentes cosas y creo que estamos en estas, entender que se puede re-programar, que si llueve se cancela, las burbujas. También es eso, acostumbrar al público. Hay gente que no le gusta ir a ver shows en esa modalidad. Hay gente que sí, que lo descubrió y le gusta. El público más joven, sobre todo el argentino, está acostumbrado a tocarse, pegarse.
Es un momento realmente difícil. Lo vamos a pasar, superar y yo creo que con esto van a venir un montón de cambios, una nueva especie de filosofía de vida.
¿Cuál era tu definición de éxito pre-pandemia? ¿Cómo lo mirás ahora, después de un año de parón?
Para mí el éxito era, es poder tener trabajo, tener la heladera llena, poder darme el lujo de comer fuera. Es un privilegio en este país. En cuanto a lo que me está pasando ahora, estoy trabajando con un montón de bandas y una de ellas es una del momento en Argentina.
Si querés ponerle una palabra hoy, éxito hay porque de repente empezar a hacer una carrera nueva y encontrarte con este monstruo que te está avalando y te está diciendo, ‘dale, vamos para adelante, confío en vos’.
Me considero exitosa en ese sentido. Eso por ahí es el éxito. Nunca me puse a pensar bien. Tampoco es que, no tengo esa ambición de decir ‘quiero tener una agencia y empleados, ser enorme’. De hecho, nunca lo hice, ni estando en prensa. Todo el mundo que me conoce me dice, ‘¿cuándo te vas a poner una asistente? ¿Cuándo vas a poner una agencia?’ No tengo ganas, no quiero.
Siento que es una responsabilidad enorme tener empleados, más allá de la parte burocrática, administrativa, fiscal. Me parece que tener una persona que dependa su sueldo de lo que generás, es una responsabilidad enorme. Yo he pasado momentos en donde no tenía plata. Momentos en donde tenía que pedirle prestada plata a mis amigas diciendo que la devolvía en 15 días, cuando lograra cobrar. Para mí, lo veo como algo difícil. No sé si quiero meterme en ese barco.
De afuera, el paso lógico sería capitalizar ese intangible que tenés. ¿Cómo genero valor sin tener que estar de lleno? Y está bueno que no lo querrás hacer, no pasa nada.
No tengo esa ambición, me pasa que hay gente que sí, que lo quiere todo, que quieren dólares en su cuenta, que todo el mundo le reconozca, tener un montón de seguidores en Instagram. A Instagram le doy cada vez menos bola. Trato de subir cosas para no ser un fantasma porque me vendo, un poco, a través de eso. Sé que es una herramienta, pero me dá mucha fiaca manejarla.
Cuanto más subo de lo que hago, la gente más exitosa piensa que soy. De hecho, me ha pasado que, en la vieja normalidad, yo realmente iba de un lado para el otro: estaba viendo un show, terminaba y me iba corriendo al otro, de ahí a una fiesta o lo que sea. Lo subía a Instagram, lo laboral. Mi vida privada no la subo a redes. Todo el mundo era de, ‘vos no parás, estás siempre a mil, a full’. Es una realidad. Estoy a mil, estoy laborando. Mi laburo consiste en eso, estar un día en un teatro, otro día en otro. Es una realidad que todo el mundo está mirando las redes.
Sí, lo tenés que hacer. A menos que querrás mantener ese misticismo.
Sí, pero misticismo es el que pongo yo en mi vida privada. Pero, hay una realidad, si yo no pongo lo que estoy haciendo la gente por ahí se olvida que uno existe en el rubro. Eso es re loco.
¿Qué nos podés adelantar de los proyectos con los que estás trabajando? ¿Nuevas giras? ¿Más streaming?
Bandalos sacará nueva música, Barbi también. Sara está sacando singles cada mes y medio y planea sacar un disco en breve, el cual ya está listo. Estamos viendo en qué momento lo sacamos. Simón está con su nuevo proyecto, Doppel Gangs, un proyecto bastante grande.
Hablemos pre parón, ¿cómo es un día de trabajo? ¿Empezás a las 6 AM?
No, ni cerca. A la mañana trato de dedicarme más a mí porque se trabaja a veces hasta tarde. De hecho, en la mañana me levanto muy malhumorada. Me molesta mucho levantarme y tener el teléfono explotado de mensajes. Eso me hace mal, hace que arranque mal la mañana. Por lo general, trato de estar a las 10 AM ya activa, ya estar sentada en donde sea que esté. Depende de lo que tenga que hacer en ese momento.
Pre-pandemia, que estaba mucho más haciendo prensa, depende la agenda era ver a qué medio ir, a qué artista acompañar. Muchas veces se me cruzaban. También hacer mucho de oficina, mails. Ya por las noches, algún show que había para ir, ya sea por que me tocaba trabajar o simplemente ver música en vivo.
¿Qué estás escuchando?
Mucho Kali Uchis, buen disco sacó. A Tangana lo desgasté, directamente. Me encanta Tangana. Escuché mucho el último de Mon Laferte, lo estoy conociendo. Después por ahí mucho de lo que trabajo, alguna que otra playlist, de las que arma Spotify. Escucho todo igual.
Trap abandoné un poquito, siento que estoy grande para el trap. Lo dejé de entender. En un momento lo entendía, era de ‘esto es lo que se viene’ y ahora ya no entiendo más. Escucho de todo. NAFTA. Mucho Top Global, para ver qué está pasando. Depende, son estados de ánimo, momentos. En la pandemia estuve escuchando el disco de Bandalos como una enferma, como una enferma.
¿No te pasa que escuchás una rola y no la soltás hasta que ya no?
Re, sí. Me re pasa. Estoy con una canción de Indios, se llama ‘No Te Quedes Solo’, me encanta. A Tangana igual, si fuese un CD, estuviese rayado ya. De todo, depende de lo que vaya pasándome alrededor. Cuando vinieron Bandalos con el disco el año pasado y me lo dieron, lo desgasté. Lo escuchaba todo el día porque me encanta. A mí me gusta Bandalos, más allá de que trabajo con ellos. Me decían, ‘¿qué estás escuchando?’ Bandalos Chinos, y no se lo puedo mostrar a nadie. Lo mostraba a mis amigas, que venían a mi casa, pero no podía compartir.
Si estás enfrente de una puerta, tocás el timbre, ¿quién te abre?
Con mi abuela y contarle todo lo que estoy haciendo.