Hari Sama y multiplicidad de capas que le rodean
A pesar de la dificultad que presenció, estos meses de encierro han hecho de Hari Sama un mejor ser humano. Lo ha obligado a tomar el tiempo para mirar hacia adentro. El parón ha sido en el tiempo correcto porque lo va a necesitar con todo lo que vendrá en estos próximos meses. Esta semana se hizo oficial que Gaumont, la productora detrás de Narcos, desarrollará una nueva serie escrita por él y Max Zunino. Además, la productora de Jim Parsons será la responsable de su primera película completamente en inglés, Yosemite.
Hari es una persona que habla desde el interior. Transmite con honestidad lo que le gusta. Es lo suficientemente específico para llegar a un relato universal. Sí, es una contradicción aparente a primera vista. Sin embargo, la identificación con sentimientos y anhelos profundos llegan de esa manera.
Esta vez, Hari se presenta como el interlocutor de Noble Savage. Una elección de palabras interesante para expresar esta nuevo proyecto, en realidad. El post-punk nunca fue más relevante, bajo sus ojos. Con un nuevo sencillo dramático, pero energético al mismo tiempo, este artista trae una propuesta visual llena de baile y melancólica para dejar en repeat.
Es un artista que canaliza energías para así poder explorar y llevar hasta sus últimas consecuencias el género. Hablamos con Hari Sama acerca de la dualidad que presenta su rol como traductor, la escena alternativa de los 80’s en México, la marginación, y cómo eso que lo confronta juega un papel importante en la elección de sus trabajos.
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¿#Aquésuena Noble Savage?
En primera instancia, yo debe de decir que soy el traductor, el interlocutor. Él es un personaje más salvaje, lo dice el nombre en su razón de ser. Cuesta más trabajo sentarlo en una silla. Yo creo que tiene influencias muy importantes de música que se hizo en los 80’s, de corte electrónico. Ahora mismo estamos experimentando un resurgimiento de esa escena, con bandas muy jóvenes que están haciendo esta música bailable, pero de corte oscuro.
Cold wave revival, synthwave revival le han llamado. Creo que hay una mezcla de eso con algo más high energy, que juega hasta con el disco un poco, sobre todo en los coros; algo así como lo que re-interpretan algunas bandas como Bronski Beat o New Order. Parece una mezcla imposible, pero no lo es.
¿Por qué en inglés? ¿Te fue más fácil armar la letra, estructura así?
Porque estamos en Los Ángeles, y todo nació de la necesidad. Yo soy cineasta, y a mi última película ‘Esto No Es Berlín’ le ha ido muy bien acá. Me decidí mudar acá como parte de lo que estaba ocurriendo con esa película. Ya viendo que los proyectos están corriendo muy bien, esto nació de una necesidad de seguir haciendo cosas con la música. Me reencuentro con Noble Savage aquí, y juntos decidimos aventurarnos a hacer un proyecto sonoro que tuviera más que ver; la película trata sobre cosas que pasaron en los 80’s, en México, específicamente, pero también en Berlín, Londres, y seguramente en Ciudad de Guatemala había una versión de esto.
Decidimos volver a esas sonoridades, a esa actitud contracultural de pre-adolescencia. Hay una escena ya, y nos queremos sumar a esto porque los otros dos miembros, que son productores del proyecto, sí son millennials. Nosotros no. Esa unión energética nos pareció muy atractiva. A mí, particularmente, me pareció atractivo volver esos sonidos porque venía viajando con la película 1 año y viendo, justo, cómo estaban haciendo esta escena de nuevo y de ‘wey, eso es lo que más amo, quiero regresar a hacer eso’. Fue en inglés, para contestar tu pregunta, para poder tocar acá. Justo se cerró todo y no hemos podido tocar una sola vez.
La idea era poder tocar en los clubs under, más de corte oscuro, ochentero, que hay en Los Ángeles.
¿Por qué Los Ángeles? Me refiero, por qué no Nueva York o incluso Europa.
Siento que Nueva York se ha ido quedando estéril, por lo increíblemente caro que es. Justo quiero escribir algo acerca de eso. Hay productoras allá, de cine específicamente. No me dolería nada que me invitaran a hacer un proyecto en Londres un par de meses, eso sí me gustaría. Ahí estaría cumpliendo otro de mis grandes sueños.
Mis amigas y amigos de El Timbre escuchan post-punk ruso y me hicieron una playlist porque yo era ajena al género.
Ahora está muy de moda en México también. Llama mucho la atención porque nadie entiende nada.
A lo mejor algo en ruso en un futuro.
Estaría increíble, yo no hablo nada. Además, es muy curioso cómo se va dando todo. En los 80’s, una cosa que era muy común era jugar con la icono-grafía soviética. Todo mundo tenía una gorra o una chamarra que alguien le había traído de tal, entonces estaba la estrella roja por todas partes. Llegabas a antros súper under en Nueva York y estaban estas imágenes monumentales soviéticas. Es muy curioso que ahora, en nuestros países, esté de moda esto.
Sé que llevás tiempo presentándote en vivo y haciendo música. ¿Hubo algún catalizador para este proyecto específico?
Creo que pasaron muchas cosas. Yo tuve una banda post-punk, en los 80’s, en México que después resucitamos hace ocho años con un baterista reconocido allí. Tocó, en los 90’s, en una banda llamada Santa Sabina. Esa banda, por distintos asuntos, hicimos dos discos, nada más. Después de eso, yo estuve viajando; me vino el interés de algo que nunca había hecho, de acercarme con unos sonidos más souleros, medio trip-hoperos.
Abrió un mundo musical en mi cabeza. Hice un proyecto que se llamó ‘El Expediente Sama’ con el que sacamos dos EP. Me encantó hacerlo, nunca me hubiera atrevido antes, pero que no era lo mío, en definitiva. Lo mío es esto, más oscuro. Yo vengo del post-punk, lo llevo en la sangre de años ya. Si además, resulta que esto está teniendo un nuevo momento ahora, me vino de mucha lógica cambiar, totalmente, lo que hice antes en donde no me sentía completamente cómodo. Como estamos acá, la idea de poder hacerlo, encontrar en dónde tocas, salir de esa zona de confort. Ahora quién quita, a lo mejor vamos a Guatemala a tocar, puedes hacer cualquier cosa.
Hablemos de ‘Leap Into Shade’. Los sintetizadores son dramáticos, buscando crear un ese momento. Creo que el vídeo es puntual. Haberte decidido por el blanco y negro me parece acertado. Aquí se junta esa explosión en el coro y algunos pasos, es todo timing. ¿Pensaste la canción en términos de cómo querías presentar las visuales?
No, la verdad es que la canción arrancó con uno de los productores. Es un dúo de synth-pop mexicano que se llama Monocrom, y uno de ellos hizo un esquema de canción y de ahí partimos. Yo estaba metiendo a la voces, jugando con líneas melódicas y empecé a pensar en poesía, un poco. Esta idea de cómo jugar con esto. Ahí entra Noble Savage y el acto poético de este personaje que termina de hacer la voz. La idea sé que era, justamente, hablar desde quienes hoy somos, pero hablar de la sensación de exclusión.
La canción habla un poco de eso, de cómo se siente ser uno de los que vivimos al margen, no siendo parte del mainstream. Como se siente ahora, que no somos los mismos jóvenes de hace unos años. Hay una mezcla de una estética que tiene mucho que ver con esa marginación, casi auto-marginación, pero que todavía duele un montón. Propiamente, el personaje de la canción no tiene género, no sabemos cuál es. Se enamora de alguien que pertenece a esos círculos de poder. Desde ese lugar duele todavía más.
El personaje descubre que al dejarse caer hacia la sombra, ese lugar puede ser muy poderoso y que, incluso, desde ahí puede fundirse con el todo, de alguna manera. Encontramos esta nueva lectura de ver la marginación: refundirse con la totalidad. Ya no hay separación, no importa el género, no ves con la misma seriedad, ‘¿de verdad ellos creen que soy mejor que yo?’ Pueden creer lo que quieran, es una mentira absoluta. No hay mejores ni peores. No hay mujeres ni hombres, no hay trans y no trans. Todos somos lo mismo. Quienes son más torpes, todavía acentúan las diferencias. Quienes han ido entendiendo un poco mejor eso, nos ven a todos como polvo de estrellas. Un poco la idea era sumar un poco esas dos manifestaciones ideológicas, desde ahí construir una rola que hablara de algo de eso, pero también que te invite a bailar.
Esa mezcla siempre es interesante porque, de entrada, la canción no es una canción política. El statement que se hace con estas capas, hace que se entienda así. Cambia la narrativa.
Exacto. De ahí viene un poco la idea de tener un personaje que al principio está un poco incómodo, como que él se siente que no pertenece del todo a su cuerpo. El actor que hace ese personaje, un muy buen bailarín, es un chico sexualmente ambiguo, que juega con eso también. Me gustó la idea de colaborar con él. Yo lo dirigí.
El blanco y negro rescata, como un fotógrafo que siempre me ha resultado poderoso a nivel estético, Anton Corbin, quien acompañó a Depeche Mode en sus primeros discos, y es quien hace la película biográfica de Ian Curtis, cantante de Joy Division, Control. Ese blanco y negro en Los Ángeles lo hacía todo con mucho sentido. De pronto miraba a Billy y decía ‘te pareces al actor que hace de Ian en la peli’. Era volver a dialogar con todos esos mundos, tratando de recuperar una estética de los 80’s.
¿Estaba en tus planes hacer un lanzamiento tipo Beyoncé con ‘Lemonade’, storytelling con un formato más largo? Bueno, esto pensando que ya tienes mapeado un lanzamiento de cuerpo completo para los próximos meses. ¿Hay un hilo conductor?
Te soy honesto, y me he dado cuenta que tiene este hilo. De alguna manera, el mismo Noble Savage siempre parece de manera muy anónima en el vídeo. Siempre está, es parte del discurso. Hay un vínculo. Creo que voy a mantener, porque seguramente seré el director de los que vienen, ese discurso.
Estuve leyendo acerca de ‘Esto No es Berlín’ y la banda sonora, específicamente. Tú hiciste la selección y supervisión musical, además que elegiste quién hiciera la música original. Me queda claro que fue parte fundamental de la historia para dar sinceridad al relato y se complementa, esa extensión hacia Noble Savage. Es esa particularidad que hace que sea universal.
Absolutamente. La película es así. De pronto, yo hablé de una escena que me tocó, muy especial, un momento de mi vida muy particular también. La estética de ese pequeño grupo de artistas que estaban empezando, que estaban peleando por poderse expresar en un México muy castigado por la dictadura. Todo muy subterráneo y tal, muy andrógeno. Todos nos pintábamos todo, con una gran ambigüedad sexual, frenesí de drogas, todo lo que estaba ocurriendo en los 80s.
Ahora que he viajado con la película, es muy curioso, siempre hay alguien que lo vivió. Incluso, muchos millennials que no, pero lo están tratando de encarnar. Ha sido muy halagador y hace sentido con lo que me dices. Esa enorme particularidad fue para mí haber vivido ese momento. Esa escena y se ha convertido en un eco de muchos lugares. Tanto así, que me tienen aquí, a punto de filmar una película.
Yo siempre he amado esos polos opuestos. He amado la música disco y la posibilidad de subirme a bailar, casi con plumas; por otro lado, he amado el dark. Me he pintado las uñas de negro, siempre. Declaro que no oigo tanto post-punk ruso porque las letras me importan mucho. Pero sí, sonoramente es algo muy cercano. Eso es lo que he sido. Esa mezcla es imposible, lo vuelve muy mío. En ese sentido creo que hay mucha gente que siempre ha sentido la necesidad de esa unión que antes parecía imposible. Probablemente, en los 80’s jamás lo hubiera hecho porque el compromiso con el género era total. Ahora me parece que algo que tiene tu generación, y valoro enormemente, es que son mucho más abiertos e incluyentes.
¿Qué estás escuchando?
Estoy escuchando mucho de lo que está haciendo, de lo que puedo entender, esta nueva generación. Escucho a Boy Harsher, Lebanon Hanover, Drab Majesty, todos estos proyectos de post-punk actual, sigo escuchando mucha música antigua. También electrónica minimal, desde Brian Eno hasta compositores de películas que trabajan la electrónica desde otro lugar.
Escuché que estás con varios proyectos en pre-producción. Estás escribiendo un guión original, para serie, con Max Zunino. ¿Otra película en México?
Estamos en eso con Max, sí. La película no se va a filmar en Los Ángeles; sí es un norteamericana y muy probablemente será en Canadá el rodaje. La historia sucede en el Norte de California. Esta película tiene la oscuridad, sombra y luz que yo manejo. De alguna forma hace sentido que yo la dirija, aunque sea muy distinto a lo que he hecho. Es muy angloamericana, desde el lugar en dónde está basada. Hay pocos hispanos, afroamericanos, igual con la presencia de indígenas, autóctonos de allá. Más bien, es una comunidad de clase social baja, los que quizás sean republicanos tradicionales. Hay un par de chicos que no se sienten cómodos estando en ese lugar, que están viviendo una realidad muy dura. No puedo decir eso, estoy seguro que la productora pronto lo dirá, pero con un grupo de actores de primer nivel. Estoy muy contento.
¿A qué le decís que sí?
A lo que me confronta, y también a quién la vea. Algo que no es cómodo, lo que hago no siempre es cómodo de ver, son duras. Siempre tienen un espacio para la luz. Yo no hago cine, nada que no deje un halo de esperanza. A veces, siento que nos tocan realidades duras, y me interesa, dentro de eso, por dónde se cuela la luz. Lo mismo la oscuridad de la música que me gusta, siento que juega con eso, pero desde un punto de vista de magia, propiamente la luz que puede haber dentro de eso.
Si estás enfrente de una puerta, tocás el timbre, ¿quién te abre?
Morpheus, el dios de la novela gráfica de Neil Gaiman.
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Gracias a Chava Ilizaliturri por hacer esta entrevista realidad. ‘Esto No Es Berlín‘ se encuentra disponible en Cinépolis Klic.