Sombras en el Jardín de Bohemia Suburbana: Una producción que lo cambió todo
Texto y fotos de: Guatemala Musicollector
Pasé un par de días pensando en cómo debía o con quién iniciaría este recorrido por la música guatemalteca. He coleccionado música de mi país desde los primeros años de la década de los noventas; escoger uno, después de un camino y espectro tan amplio, no resultó tan fácil. Me decanté por uno que tiene un especial significado para mí, y en esos años, para la música guatemalteca en general: “Sombras en el Jardín” de Bohemia Suburbana.
Una producción que lo cambió todo en los inicios de esa década con cuatro músicos de casi los 20 años, Juanca, Pepe, Giovanni y Piolly; la adolescencia se esfumaba y la etapa adulta se vislumbraba con un cuadro de una pareja de San Juan Comalapa y muchas flores a su alrededor, la portada. Un disco que se empezó a gestar a finales del ‘92, y tras seis meses de trabajo quedaría para la posteridad una realidad con muchos matices. Editado a finales del 93 en formato cassette, los mismos músicos eran los encargados de vender sus copias. Después de empezar a sonar en radios de la época, un inicio que fue lento se tornó en éxito; incluso sacando un segundo tiraje de cassettes, Peces e iguanas se empezaba a encumbrar como el himno de la generación.
Para mí, en ese tiempo, era imposible comprar ese cassette, mi mesada no me alcanzaba para tales lujos. Esa pieza tendría que esperar para llegar a mi colección. Años después se volvió mi absoluto unicornio. Primera Generación Records, un naciente sello discográfico en el país, tenía su primer éxito con la tercera banda que grababa en sus estudios.
Juan Carlos Barrios estaba decido a experimentar y darle rienda suelta a sus inquietudes musicales. Los samplers que se escuchan como la intro, Falacias Suburbanas, la frase clásica de “el sexo es fantástico” con la que inicia Yo Te Vi, los primeros pases de Tienes Miedo, No Importa, Sombras y Solo Hace Falta Valor. Todas estas una obra de su naciente exploración, y parte de los discos de vinilo que tenía su familia en casa.
Pepe, uno de los pocos bateristas con estudios en partitura por esa época, una batería concisa y simple, exactamente todo lo que se necesitaba en esta banda. Ellos, los dos gérmenes que consiguieron darle vida a Bohemia. Luego, Giovanni que se uniría a darle el toque exacto. Las letras cargadas de esa mezcla de emociones que se puede distinguir en cada una de las canciones. Añoranza, esperanza, tristeza y alegría; ya subidos en el barco y haciendo las primeras tomas de los tracks, se sumó en el estudio Piolly, el ingrediente que faltaba. No hace falta nada más que disfrutar las líneas del bajo durante todo el disco.
Tuvo tanto éxito la producción que, durante las presentaciones del mismo y como parte de la necesidad de tener un sonido más compacto y preciso a las ideas que se querían plasmar, llegó un increíble músico en los teclados y guitarra, Álvaro Rodríguez. La banda estaba completa. Como parte de esto se reeditó en disco compacto, con dos bonus tracks, Del-fin y Dios Es Ajeno. Un año después, en el ‘94, era apenas el inicio de una banda que llevaba poco más de 28 años subidos en el escenario. De paso inspiro, sin duda abrió la brecha para otras producciones a nivel nacional: el movimiento de rock de los 90s.
Aquella producción se despedía con un track escondido, un poema XXX, dedicado a la patria. Un espacio a nuestro arte nacional, con el que ahora iniciamos un recorrido por nuestra música y las producciones de nuestros artistas.
Espero nos encontremos pronto, y que éste sea solo un hasta luego.
Totalmente de acuerdo. Un disco que le abrió la puerta a la escena, le cambió la vida a muchos, incluido a mi.
Excelente, gratos recuerdos y para nosotros los guatemaltecos jóvenes de los noventa fue un parteaguas en muchos aspectos.